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¿Cómo funciona el sistema de pensiones en España? 

Diciembre 4, 2025 9 min

El sistema de pensiones en España es uno de los pilares fundamentales del estado de bienestar, diseñado para garantizar ingresos a las personas al llegar a la jubilación. Con una población cada vez más longeva y una natalidad en descenso, conocer de cerca las claves es más que necesario para entender cómo puede evolucionar en un futuro y los desafíos a los que se enfrenta.

España tiene una de las pensiones públicas más generosas del mundo desarrollado, la pensión media equivale aproximadamente al 72% del último salario, frente al 46,3% de media en la Unión Europea. 

Sin embargo, mantener este nivel supone un reto demográfico: hoy hay solo 2,3 trabajadores por cada pensionista, lejos de los 5,3 de hace cuatro décadas, y se estima que hacia 2060 apenas habrá poco más de un cotizante por jubilado. 

Esta realidad hace más importante que nunca planificar la jubilación y complementar la pensión pública con otras fuentes de ingresos. De hecho, el modelo español se articula en torno a tres pilares del sistema de pensiones; un pilar público y dos complementarios privados, tal como permite la propia Constitución Española, que establece que el nivel complementario de protección social será voluntario y de carácter privado

El sistema de pensiones actual se centra en 3 pilares: el sistema público de pensiones, la previsión social empresarial (planes de pensiones de empleo) y la previsión privada individual. Cada pilar cumple una función diferente pero complementaria. A continuación, explicamos en profundidad cada uno de ellos.

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Primer pilar: el sistema público de pensiones 

El primer pilar es la pensión pública de la Seguridad Social, que constituye la base del sistema de pensiones en España. Se trata de un sistema de reparto intergeneracional: las cotizaciones de los trabajadores actuales financian las pensiones de los jubilados actuales. 

Durante la vida laboral, tanto el trabajador como su empleador aportan una parte del salario a la Seguridad Social; con esas contribuciones se pagan las prestaciones a los pensionistas. 

¿Cómo funciona el sistema público de pensiones en España? 

La pensión de jubilación de cada persona se calcula en función de lo cotizado a lo largo de su vida laboral (años trabajados y bases de cotización), garantizando cierta proporcionalidad entre lo aportado y lo recibido. 

Además, existe una red de pensiones no contributivas para quienes, por diversas circunstancias, no hayan cotizado lo suficiente: estas prestaciones, financiadas vía impuestos, aseguran un ingreso mínimo a los ciudadanos más vulnerables.

El sistema público garantiza un nivel de vida básico para los mayores. Actualmente, la pensión media alcanza cerca del 70-80% del último salario, una de las tasas de reemplazo más altas de Europa. 

Este primer pilar ha permitido que muchas familias españolas dependan principalmente de la pensión pública para su jubilación. No obstante, el envejecimiento de la población plantea dudas sobre la sostenibilidad financiera a largo plazo. Cada vez hay menos cotizantes por pensionista, lo que tensiona las arcas de la Seguridad Social. 

En las últimas décadas se han impulsado reformas, con incentivos para prolongar la vida laboral, cambios en el período de cómputo y un sistema de retraso progresivo de la edad de jubilación, encaminadas a equilibrar el sistema. 

Aun así, instituciones como el Banco de España suelen advertir que serán necesarias medidas adicionales y fomentan reforzar la previsión complementaria. De hecho, un estudio del Banco de España sugiere que las aportaciones a planes de pensiones de empleo pueden ser un instrumento útil para generar nuevo ahorro de cara a la jubilación, lo que enlaza directamente con los pilares segundo y tercero.

Segundo pilar: los planes de pensiones de empleo 

El segundo pilar del sistema de pensiones lo constituyen los planes de pensiones de empleo o previsión social empresarial. Son esquemas de ahorro para la jubilación promovidos por empresas, sectores o asociaciones, para sus trabajadores. En un plan de empleo, la empresa (y en ocasiones también el empleado) realiza aportaciones periódicas a un fondo de pensiones en nombre del trabajador, con el objetivo de acumular un capital que complemente la futura pensión pública. 

Estos planes funcionan con capitalización financiera: las aportaciones se invierten en mercados financieros a lo largo de la vida laboral del empleado, y al jubilarse éste recibe las prestaciones (en forma de renta o capital) provenientes de ese fondo acumulado. 

Los planes de empleo suelen gozar de incentivos fiscales y ventajas para ambas partes: las contribuciones de la empresa pueden desgravar y no se consideran salario para el trabajador a efectos de IRPF, y los rendimientos están exentos hasta la jubilación, momento en que tributan como renta del trabajo.

Incentivos para la previsión social y los planes de empleo 

En otros países europeos la previsión laboral complementaria es mucho más común (entre el 25% y el 90% de empleados tienen pensiones complementarias de empresa). Sin embargo en España con la predominancia del primer pilar y la falta de suficientes estímulos o incentivos fiscales, han hecho que se queden más estancados, dejando fuera a autónomos y Pymes.  

En los últimos años, el Gobierno ha sacado adelante reformas para impulsar este segundo pilar. En 2022 se aprobó una nueva ley de planes y fondos de pensiones con el objetivo de impulsar esta previsión complementaria. Fruto de ello, se han creado planes de empleo simplificados para facilitar que pequeñas empresas y trabajadores autónomos accedan también a estos instrumentos colectivos. 

También se ha planteado seguir ejemplos de otros países, como la auto-adscripción por defecto, donde los trabajadores quedan inscritos automáticamente en un plan de empresa y solo salen si lo solicitan, logrando así altas tasas de participación. Con pasos como estos, se espera que más personas puedan complementar su pensión pública a través de su lugar de trabajo. 

El segundo pilar busca implicar a empleadores y empleados en la preparación de la jubilación, repartiendo la carga con el Estado. Si bien su penetración es todavía baja en España, su desarrollo es clave para el futuro equilibrio del sistema de pensiones y ya cuenta con apoyo institucional: el propio Banco de España y la OCDE respaldan el crecimiento de estos planes complementarios como vía para aumentar el ahorro previsional y aliviar presión sobre el sistema público. 

Tercer pilar: el ahorro individual, planes de pensiones privados y otros

El tercer pilar del sistema de pensiones español es el ahorro individual para la jubilación, es decir, la previsión que cada persona realiza por su cuenta mediante productos financieros de largo plazo. Aquí entran los planes de pensiones individuales (PPI), seguros de jubilación, planes de previsión asegurados, fondos de inversión u otras formas de ahorro destinadas a complementar la pensión. 

En esencia, cada ciudadano puede (y debe, en la medida de sus posibilidades) construir su propio “colchón” financiero de cara a la jubilación, aprovechando incentivos fiscales y el interés compuesto a largo plazo.

Los planes de pensiones individuales son el producto estrella de este pilar. Funcionan de forma similar a los de empleo, con la diferencia de que son contratados por particulares y las aportaciones las realiza el propio ahorrador. 

Estas aportaciones, hasta un cierto límite anual, se desgravan en la declaración de la renta, lo que supone un ahorro fiscal importante. En España, el límite máximo de aportación con ventajas fiscales es actualmente de 1.500 euros anuales, buscando redirigir los incentivos hacia los planes de empleo colectivos. 

En total, se calcula que unos 8 millones de ahorradores en España invierten en un plan de pensiones individual para su jubilación, lo que demuestra la conciencia creciente sobre la necesidad de ahorrar por cuenta propia.

Además de los planes de pensiones en sentido estricto, el tercer pilar incluye cualquier otro ahorro destinado a la vejez: desde aportaciones periódicas a una cuenta de ahorros, inversiones en fondos, inmuebles para alquiler, hasta seguros de vida-ahorro, etc. 

La idea central es diversificar las fuentes de ingresos para la jubilación, de modo que la pensión pública se complementa con rentas procedentes del esfuerzo ahorrador individual. 

Cabe mencionar que, llegado el momento de la jubilación, las cantidades acumuladas en planes privados pueden cobrarse en forma de capital único o rentas periódicas, y tributan fiscalmente como ingresos del jubilado (aunque existen desgravaciones especiales, por ejemplo, para rescates en forma de capital por aportaciones antiguas).

Conclusión

En resumen, el sistema de pensiones en España descansa sobre tres pilares: el pilar público garantizado por el Estado, y dos pilares complementarios, el empresarial y el individual, orientados a mantener nuestro nivel de vida en la jubilación. Entender cómo funciona este sistema de pensiones nos permite tomar decisiones informadas de cara al futuro.

La situación demográfica y financiera nos invita a reflexionar: ¿podremos mantener el mismo nivel de ingresos cuando nos retiremos solo con la pensión pública? Dado que las pensiones públicas enfrentan desafíos de sostenibilidad, confiar exclusivamente en ellas puede no ser suficiente en el largo plazo. 

Por eso, es conveniente pensar en la jubilación con antelación e involucrarnos en nuestra propia planificación financiera. Nunca es tarde para empezar a ahorrar de forma privada, aunque sea con pequeñas aportaciones periódicas. Cada euro ahorrado hoy, bien invertido, será un respaldo para el mañana.

Planificar y ahorrar para la jubilación no es solo una recomendación financiera, sino una actitud de responsabilidad hacia nuestro “yo” futuro. Reflexionar sobre ello hoy nos permitirá disfrutar mañana de una jubilación más holgada, con la tranquilidad de haber previsto nuestros recursos con tiempo. Recuerda que el mejor momento para empezar a planificar tu jubilación es ahora.

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