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Salud financiera: ¿cómo está tu economía?

Marzo 8, 2023 5 min

Controlar y gestionar nuestras finanzas es uno de los mayores objetivos de toda persona adulta, y sin embargo, es común perderse entre tanto número, cuentas y recomendaciones. Por eso, mucha gente se siente abrumada y administrar el dinero puede convertirse en una fuente de preocupación. Es aquí donde entra en juego la expresión ‘salud financiera’. 

Una buena salud financiera implica que puedas cumplir diariamente con tus responsabilidades económicas, afrontar un futuro desahogado y actuar para que tus finanzas no pierdan valor con el tiempo. Y se utiliza el término salud para referirnos a las finanzas porque, inevitablemente, afectan a nuestro bienestar emocional. Llevar una buena gestión implica poder hacer frente a imprevistos y alcanzar objetivos vitales, como comprar una casa, pagar los estudios de los hijos o tener un buen colchón para la jubilación. Vamos a profundizar algo más en esto de la salud financiera, ¿empezamos?

Salud financiera: ¿qué es?

La salud financiera es un concepto que hace referencia al buen estado de nuestra economía personal. Aunque también puede aplicarse a empresas, en este post nos centraremos en los casos individuales. 

La salud financiera es óptima cuando hay un equilibrio entre ingresos, gastos y ahorro. Es decir, cuando somos capaces de llevar una gestión sensata de nuestros recursos económicos y tener saneadas nuestras cuentas. También nuestra capacidad para asumir gastos, liquidez, nivel de deuda y planificación de futuro. 

¿Cómo mejorar tu salud financiera?

Por supuesto, todos queremos tener una salud financiera de hierro, pero ¿cómo podemos conseguirlo? Hay muchos factores que influyen en nuestra salud económica, por ejemplo nuestra formación y conocimientos en finanzas, nuestro acceso a asesores especializados o el establecimiento de metas claras a largo plazo. 

Si nuestro objetivo es mejorar nuestra salud financiera, la premisa básica es gastar menos de lo que se ingresa. Para esto, es esencial ser conscientes de lo que tenemos en la cuenta, lo que ingresamos cada mes, nuestros gastos fijos y los variables, los posibles imprevistos y nuestra capacidad de ahorro

Si nuestros ingresos son mayores al dinero que necesitamos para hacer frente a los gastos, deberíamos destinar ese sobrante al ahorro. Aunque en muchas ocasiones en las que el dinero no fluye todo lo que debería vemos el ahorro como un hábito evitable, lo cierto es que debe formar parte de nuestro plan de salud financiera. Lo más conveniente es destinar al menos un 20% de nuestros ingresos al ahorro, aunque también sirve hacerlo a más pequeña escala. Lo importante es implantar ese hábito e ir creando un colchón de dinero para futuras necesidades. 

Estas bases de una buena salud financiera permiten tomar mejores decisiones y vivir un día a día más desahogado. 

Salud económica: ejemplos de cómo medirla

Ya sabemos lo que es la salud financiera, pero ahora, ¿cómo podemos medirla? Al igual que existen herramientas e indicadores de salud física y mental, también es posible valorar el estado de nuestras finanzas. Para hacer un diagnóstico de cómo está la salud de nuestra economía de pies a cabeza, debemos tener en cuenta ciertos aspectos fundamentales: nuestra capacidad para gestionar los ingresos de manera equilibrada, el control óptimo de gastos, la capacidad para hacer frente a pagos recurrentes o imprevistos, nuestro nivel de deuda y los ahorros para el futuro. Vamos a ver más en detalle cómo medir nuestra propia salud económica con ejemplos:

  • Equilibrio ingresos-gastos. Los ingresos siempre deben superar a los gastos, es la manera que tenemos de protegernos frente a la deuda, una verdadera enfermedad para nuestra salud financiera. Este superávit de ingresos supondrá, además, que podremos destinarlo al ahorro. Pero si suspendes en esto, no te alarmes: haz balance de todos tus movimientos y haz los ajustes necesarios.
  • Liquidez. La liquidez se traduce en ahorros, esos que nos permiten hacer frente a gastos futuros, tanto los esperados como lo que nos pillan por sorpresa. Reunir suficiente dinero como para vivir con holgura unos meses de desempleo es síntoma de muy buena salud financiera. 
  • Plantear gastos importantes a largo plazo. La compra de una casa o un vehículo, los estudios de los hijos, un buen colchón para la jubilación… Es importante contar también con estos gastos en nuestra planificación financiera.
  • Controlar la deuda: la enemiga número uno de una buena salud financiera. Lo óptimo es no tenerla, aunque sí la tenemos, es importante saldarla cuanto antes para no llevar el ‘ancla’ de los intereses.
  • Contar con planes adecuados a nuestras circunstancias. Aportar periódicamente a nuestro plan de pensiones o seguro de vida es un colchón financiero para ti y tu familia en caso de que ocurra algo inesperado o para afrontar la jubilación con más holgura.  

En definitiva

Al igual que nuestra salud física, nuestra situación financiera también debe cuidarse para conseguir la paz mental que merecemos. Saber que tenemos todo en orden, unas cuentas saneadas y un buen colchón ahorrado para cuando lleguen situaciones inesperadas o simplemente para cuando nuestra vida laboral llegue a su fin, inevitablemente tiene un efecto positivo en nuestra tranquilidad. 

Por eso es tan importante cuidar de nuestra salud financiera, tener un equilibrio entre ingresos y gastos, liquidez suficiente, deuda inexistente y planes de ahorro para asegurar nuestro futuro.

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