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La ruta de tu vida

Claves para dejar de procrastinar

Enero 21, 2016 6 min 41 veces compartido

¿Cuántas veces has tenido que ponerte a hacer algo y lo has dejado por pereza o por falta de ganas, y te has puesto a buscar otras cosas por Internet que te distraen más, para sentirte después culpable por no haber hecho lo que debías? ¿Sueles pensar “mañana me pongo” o “luego lo hago”, y al final acabas haciéndolo a contrarreloj y con nervios porque no te da tiempo? La mayoría de personas lo hacen o lo siguen haciendo, y desde hace un tiempo se ha puesto de moda el nombre que lo define: procrastinar. No es una cuestión de tiempo, es más bien una cuestión de falta de ganas y de motivación. Y lo hacen los estudiantes y los adultos, tanto en la vida profesional como en la personal, de modo que pueden ir pasando los años y llegar a la madurez habiendo convertido esta forma de actuar en un hábito que condiciona muchas de nuestras decisiones y actividades diarias.

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En general, solemos preocuparnos por nuestro presente y buscamos actividades que nos satisfagan de forma inmediata, y todo aquello que implica pensar en el futuro, aunque teóricamente nos interese e incluso nos inquiete, lo vamos postergando porque sobrevaloramos los beneficios inmediatos y tendemos a evitar afrontar situaciones que nos generan un cierto malestar o aburrimiento. De esta forma, procrastinamos tareas diarias (ordenar el armario, arreglar cualquier cosa, ir al gimnasio…), profesionales (reuniones, llamadas de teléfono que no nos apetecen, informes densos), y también lo hacemos con decisiones que afectan a nuestro futuro personal, como el hecho de pensar en la jubilación y cómo nos la planteamos.

El refranero popular es sabio: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy

La llegada de Internet ha facilitado la tendencia a procrastinar. Nos tomamos un café y nos autoconvencemos de que entraremos en Facebook cinco minutos, o echaremos un vistazo a Twitter o Instagram, y nos pondremos manos a la obra con lo que toca. Pero la mayoría de las veces, esos cinco minutos se alargan porque empezamos a ver vídeos graciosos, a mirar fotos y a chatear, y ha pasado casi una hora y estamos en el mismo punto. ¡Incluso en Facebook se ha creado el grupo Club Internacional de Procrastinadores! Pero Internet también ofrece programas, aplicaciones y webs para aprender a gestionar el tiempo y evitar caer sistemáticamente en el “luego me pongo”.

Más allá de las propuestas y herramientas de Internet, veamos qué posibilidades reales y al alcance de todos tenemos para vencer la tendencia a procrastinar. No se trata de cambiar de la noche a la mañana, pero sí puede ser interesante ir incorporando estas rutinas en nuestra vida, de cara a mejorar en general cómo gestionamos nuestro tiempo. Y no vale decir que “toda la vida he funcionado así”. Nunca es tarde para mejorar nuestra calidad de vida.

  1. Es muy útil hacer reuniones diarias con una persona muy importante: tú. Te proponemos que te reúnas contigo mismo de cara a hacer una planificación del día siguiente. Resérvate diez minutos al día, a última hora de la tarde o antes de irte a dormir, y chequea correos electrónicos, notas y temas personales de cara a planificarte el día siguiente.
  2. Organízate, prioriza tu trabajo y ponte plazos (realistas). A las diferentes tareas que tengas puedes asignarles un número o una letra (por ejemplo, la A para las que sean muy importantes, la B para aquellas que lo sean menos y la C para las que no son prioritarias). No todo es urgente ni necesita una respuesta inmediata. Vigila la tentación de ir saltando de un tema a otro a medida que aparecen correos electrónicos en tu bandeja de entrada… Hacemos un llamamiento a la serenidad y al sentido común.
  3. La lista anti-tareas: al igual que es necesario saber de antemano qué se nos presenta por delante, también puede ser muy útil ser conscientes de los hábitos que nos hacen perder tiempo. No consideres esta lista una prohibición, sino una ayuda, ya que nos permitirá ver con mayor claridad en qué estamos malgastando el tiempo.
  4. No te sientas culpable por decir, en determinadas ocasiones, “no”. Y es una buena idea compartir con tu entorno los planes o tareas que consideres importantes: el hecho de comunicarlo y verbalizarlo hace más fuerte tu compromiso para llevarlos a cabo.
  5. Cuando tengas que estar concentrado durante un momento del día, reduce los estímulos externos. Algunas ideas pueden ser apagar las notificaciones, cerrar los chats y las páginas de redes sociales, y silenciar el móvil.
  6. Concédete “premios”. Pero recuerda que cualquier recompensa se consigue después de haber logrado un objetivo marcado previamente, no antes. Por lo tanto, no te pongas a ver un capítulo de tu serie favorita como “regalo” antes de empezar a hacer cualquier cosa que tengas marcada, sea personal o profesional. Eso sería lo más parecido a engañarse jugando al solitario.
  7. Que no te domine la planificación que tenías prevista. Ten suficiente flexibilidad para incorporar imprevistos u otras prioridades que puedan aparecer por el camino.

Recuerda que lo verdaderamente importante, más allá de confeccionar listas y organizarte, es hacer. También se puede caer en la trampa de planificar en exceso y no ponerse manos a la obra con lo que toca y, muy importante, cuando toca. La ropa sucia que está en el cesto no va a lavarse sola por mucho que hayas incluido la tarea en tu lista, el armario no se va a ordenar solo, ni nadie hará por ti el informe que te han encargado y que tienes pendiente. Por lo tanto, pasa de la teoría a la práctica, toma decisiones y actúa.

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