Prepara tu mente para la Navidad
La ruta de tu vida

Prepara tu mente para no tener que perder 5 kilos después de Navidad

Diciembre 15, 2016 5 min 16 veces compartido

A la Navidad le siguen los propósitos del día 1, la cuesta de enero después del desembolso económico y la pérdida de peso. Y es que todos los suculentos manjares con los que nos deleitan en estas fiestas, ¡engordan! El problema no son solo los dulces y comidas copiosas, sino la opulencia con la que se vive en estas fechas. Parece que no existiera un mañana y que hubiera que comérselo y bebérselo todo hoy.

Muchas personas viven todo el año para estos días y estos momentos. Todo el año con prisas, comiendo fuera de casa, haciendo dietas horribles que no son capaces de seguir, y los días de fiestas simbolizan el “ahora todo vale”. Pasan de estar encorsetados a quitarse la faja, a cruzar los límites de todo lo que no se ha hecho durante el año; en definitiva, a desatarse. Pero cuando te desatas con la comida y la bebida, acumulas. Y llegado enero, aparecen los sentimientos de culpa, de baja autoestima y de descontrol, y la desolación por tener que volver a rebajar el peso que nunca consigues perder.

Disfrutemos de las fiestas, pero con la moderación de las personas que comen de forma serena.

    1. Cuando asistas a una cena de familia, de empresa o de amigos, planifica cómo quieres comportarte con la comida. Tener claros tus límites antes de ir permitirá reducir la probabilidad de comer lo que no te conviene. Piensa en no repetir, en decirle al camarero que no te ponga el pan, en elegir platos, dentro del momento especial, menos calóricos.
    2. Trabaja el autocontrol. Aunque en relación con la comida para ti sea un gran desconocido, lo tienes. Mira en tu mochila de recursos y verás cómo en muchas ocasiones has utilizado el autocontrol en tu vida. Para inspirarte, puedes ver este vídeo sobre el estudio de Marshmallow que se realizó en Estados Unidos. Si te prohíbes lo que vas a comer, la tentación tirará de ti. Simplemente, espera. Dale un tiempo para ver cómo se manifiesta ese primer impulso por la comida antes de saciarlo.
    3. No es por la dieta, es porque no te conviene. Si decides cambiar de estilo de vida para empezar a alimentarte mejor, el argumento será más creíble y más fácil de seguir que el simple hecho de querer perder peso.
    4. Algo muy obvio: come despacio. Más que contar las veces que masticas, que es una tarea aburridísima, trata de llevarte el cubierto despacio a la boca, dejar el cubierto sobre el plato, masticar saboreando y tragar despacio. Se trata de disfrutar de lo que comes, no de engullir para ver cuánto entra en el estómago.
    5. Conversa y participa. Escucha a los demás con atención, participa en la conversación, estate atento a lo que pasa en el móvil y esconde el móvil en el bolso. Pon atención plena al acto de comer y todo lo que le rodea. Si sólo comes, y encima lo haces rápido, repetirás esperando a los demás. No se trata de eternizar, sino de disfrutar de todo el ritual, no sólo de los alimentos. Disfruta del momento, de forma relajada y serena.
    6. Pide café nada más terminar de comer. Son muchas las personas que sustituyen un postre copioso por un cortadito. Mientras los demás disfrutan del postre, beber el café hará que te entretengas en lugar de observar cómo los demás están con sus dulces.
    7. Elige tres alimentos que NO vayas a consumir. Tómate esto como un juego, como un reto, no como una prohibición. No se puede comer todo y de todo. Muchas veces nos ponemos a picotear en la sobremesa y terminas comiéndote esas peladillas que están más duras que una piedra, el turrón que al final no acaba de hacerte gracia, pero como estaba en la mesa, pues al buche. No te prives, no es el momento, pero tampoco practiques “de perdidos al río”.
    8. Refuérzate después de cada comida o cena en la que consigas no pasarte de la raya. Celebra tus logros recordándote que tienes fuerza de voluntad. Piensa en el orgullo que siente uno cuando es capaz de cumplir con lo establecido.
    9. Recuerda: la comida no es la vía de escape, es un placer que se puede disfrutar en pequeñas dosis. Olvida el “si total, aquí estamos de paso”, “si total, son dos días”, como si la comida fuera la salvación a tu malestar y a tus emociones. Aprende a comer de forma serena.

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¡Felices comidas y cenas a todos!

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