El mundo digital es asombroso. A toque de clic puedes encontrar toda la información que quieras, las posibilidades de Internet son infinitas, pero ¿sabías que todo lo que hacemos queda registrado?
Como si se tratara de Pulgarcito dejando un rastro de migas de pan para no perderse, la huella digital es el rastro que dejamos en Internet: leer el periódico online, acceder a tu app del gimnasio, suscribirte a una newsletter, mirar ropa en un e-commerce o enviar un email, todas estas acciones están en tu huella digital.
La huella digital es el camino que recorre cada usuario a través de cada pantalla, es el uso que hacemos de las redes sociales, de los motores de búsqueda y hasta de nuestra localización. Si quieres aprender más sobre este concepto… ¡Continúa leyendo!
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Seguro que más de una vez has escuchado algo como “lo que haces en Internet se queda allí para siempre” y bueno, no queremos alarmarte, pero sí concienciarte de que así es. Lo que hacemos en Internet crea un rastro de datos que pueden ser almacenados.
A esto se le conoce como huella digital o sombra digital, un término que nace con el boom de Internet y que hace referencia al rastro de información que dejamos con nuestra actividad en Internet.
Cada vez que accedemos a una página web, dejamos una reseña del hotel donde hemos pasado las vacaciones, enviamos un email a un compañero, publicamos una foto en Instagram o comentamos un hilo de Twitter, nuestra presencia quedará guardada.
No siempre somos conscientes de que vamos dejando un halo sobre lo que hacemos; muchas veces ese rastreo comienza con la aceptación de las famosas cookies, quienes no nos quitan el hambre pero sí saben por dónde navegamos.
Aunque más de uno quisiéramos que las cookies fueran lo que su nombre indica, galletas en inglés, en el mundo digital poco tiene que ver con estos ricos dulces, salvo por sus migajas. Porque lo cierto es que cuando comemos galletas resulta casi imposible que no se caigan algunas migas, y son esas miguitas, las mismas que las del cuento de Pulgarcito, las chivatas de lo que hemos comido y de lo que hacemos o dejamos de hacer en Internet.
Las cookies son utilizadas por las empresas para recopilar información sobre los usuarios que acceden a sus sitios web. Seguro que más de una vez cuando has entrado a una página web por primera vez te ha saltado una ventanita donde pone “aceptar cookies / rechazar cookies” junto a una explicación de la finalidad de ese permiso. ¡No tienes de qué preocuparte! Las cookies no tienen por qué ser malas, al menos no siempre. Las empresas las utilizan para ofrecerte un servicio más personalizado, tanto en su web como en su publicidad online.
Nuestra huella digital se puede clasificar en dos tipologías, activa y pasiva. ¡Te contamos!
Nuestra sombra digital es activa cuando como usuarios compartimos información de forma deliberada. ¿A qué nos referimos? Te resumimos algunas de las acciones que hacemos y que dejan nuestro rastro de datos de forma directa:
Al contrario de la activa, la huella digital pasiva es esa que creamos de forma inconsciente:
Internet es la mayor base de datos del mundo, y con tanta información almacenada se pueden hacer muchas cosas y como todo en la vida, depende de las manos en las que caiga.
En el mejor de los casos, esta información será tratada con fines comerciales y de marketing, por ejemplo: has navegado en una web y has visto unas gafas de sol, sin embargo, has cerrado la página sin llegar a comprarla. Al día siguiente vas a leer tu periódico digital y justo al lado de la noticia aparece una publicidad sobre esas gafas. Esto es debido a las cookies, en este caso se utilizan para ofrecerte una publicidad y comunicación más personalizada.
Si nos situamos las posibles amenazas resultantes de nuestra huella digital podemos hablar de:
Para controlar nuestra huella digital te recomendamos seguir los consejos que dan los especialistas en ciberseguridad, ¡una forma de limitar y proteger nuestros datos personales!
¡Antes de pulsar el botón de publicar piénsalo dos veces! Internet es increíble y ha democratizado el acceso a la información a millones de personas. Poder estar conectados y compartir contenido, en tan solo unos segundos, con usuarios que están a miles de kilómetros de distancia era imaginable hace cien años.
Utilicemos las nuevas tecnologías de forma consciente y moderada, siempre pensando antes de actuar, así podemos evitar posibles fraudes. ¡Proteger tu información es protegerte a ti!
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