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Así nació la limosnera: de primera hucha a bolso viral

La necesidad de un objeto que te permita transportar consigo objetos personales, entre ellos el dinero, es algo que se remonta a casi el comienzo de la humanidad. Mientras la moda imponía nuevos patrones de vestimenta en mujeres y hombres, los bolsos o carteras donde se guardaban los objetos de valor iban transformándose y fueron surgiendo todo tipo de complementos: desde bolsos, mochilas, hasta monederos, confeccionados con diferentes tejidos y diseños. 

Pero, ¿quién hubiera podido predecir que este objeto utilitario terminaría convirtiéndose en el accesorio más preciado tanto para mujeres como hombres? Hacemos un repaso por la historia para descubrir el origen de la limosnera y todo lo que nos ha aportado hasta el día de hoy, donde ya no podemos salir de casa sin nuestro bolso, ni nuestra cartera. ¡Empezamos!

De la limosnera a la cartera que hoy conocemos: un recorrido por la historia

El uso de limosneras o carteras, en sus diferentes versiones, tiene raíces que se remontan hasta la prehistoria, cuando los seres humanos llevaban bolsos de piel de gamuza a su lado para transportar sus pertenencias materiales. Así mismo, los jeroglíficos egipcios nos revelan cómo los hombres llevaban bolsas en la cintura, mientras que en la Roma Antigua, los esclavos transportaban bolsos con las posesiones de sus amos. Incluso en la mitología griega, se narra cómo el semidiós Perseo llevaba un bolso en su misión de matar a Medusa.

Ya en la Edad Media surge el término limosnero o monedero. Una pequeña bolsa sujeta al cinturón, que llevaban tanto hombres como mujeres a la iglesia. Originalmente se utilizaban para recoger limosnas y guardarla para el culto o para los más desfavorecidos. Una especie de hucha donde guardar el dinero recaudado. Sin embargo, también se solían guardar objetos de uso cotidiano como rosarios, peines o pañuelos, entre otros. En cualquier caso, por aquella época ya se le daba uso de cartera tal y como la conocemos hoy en día. 

A grandes rasgos, estaban elaborados con diferentes tipos de paños, desde terciopelos hasta sedas, muchas veces con abundantes bordados y diferentes estampados de colores, rematadas con hilo de oro. 

Los vestidos pomposos y con muchas capas del siglo XVI y XVII complicaba llevar monederos por fuera de la ropa colgados en el cinturón como en el medievo. En su lugar, se llevaban bolsitas de tela colgadas por el interior del vestido. A su vez, la aparición de bolsillos en la moda masculina también cambió la manera en la que se llevaba el dinero. 

La moda femenina volvió a transformarse en el siglo XVIII cuando llegaron los vestidos ajustados en muselina semi transparente que impedía colgar por dentro las limosneras o bolsitas. Esto llevó a la aparición de unas pequeñas carteritas de tela conocidas como retículas confeccionadas en seda o terciopelo que se colgaban en la muñeca mediante una correa.

De nuevo, con la llegada del ferrocarril, hubo una gran demanda de nuevos estilos de limosneras más duraderas y con mayor capacidad. Se empezaron a ver, entre los viajeros del tren, las conocidas carteras en cuero, un material mucho más resistente que el textil. Con los años fueron surgiendo los monederos con cierre de boquilla manija.

La cartera tal y como la conocemos hoy en día

No es hasta el siglo XX, cuando empiezan a surgir nuevos fabricantes y modelos de bolsos, que la cartera comienza a ocupar el lugar que conocemos actualmente. Se alzan como símbolo de una mujer libre e independiente en una época de cambio social y laboral. Donde se utilizaban como elemento central en la mujer y el hombre empresario. 

Grandes firmas de moda y diseñadores lanzaron carteras de alta gama que las hicieron evolucionar como grandes iconos de moda. De hecho, desde finales del siglo XX hasta ahora, las carteras de firmas de lujo se han convertido en objetos que aportan un estatus de riqueza para quien los lleva. Hasta tal punto, que hoy en día se celebran subastas con firmas importantes.

Recapitulando

¿Quién nos lo hubiera dicho? Que la bolsita de tela que servía para recaudar limosnas en la Edad Media se convertirían en objetos de coleccionismo para aquellos que pueden permitírselo. A día de hoy, es casi impensable salir a la calle sin ese complemento que aporta estilo y funcionalidad a nuestros estilismos. 

Si bien es cierto que la forma en la que gestionamos nuestras finanzas personales está cambiando y ya apenas llevamos dinero en metálico encima, la cartera sigue siendo un imprescindible antes de salir de casa. Pese a utilizar otros métodos de pago online, seguimos necesitando un elemento que guarde nuestros documentos de identidad y otros elementos de uso cotidiano: llaves de coche, móvil, objetos de aseo personal, entre muchos otros.

VidaCaixa

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