¿Cómo afecta la pirámide de población de España a las pensiones?

¿Alguna vez ha visto alguien una pirámide sostenida sobre su punta? Si se diese el caso, se parecería mucho a la pirámide de población española. Cada vez hay más población mayor; por eso cambia la forma del gráfico. Eso a su vez trae problemas al sistema de pensiones.

La pirámide poblacional española

Hay dos fenómenos en la historia reciente de la natalidad española con los que debemos familiarizarnos para entender los problemas que se derivan de ellos. Por un lado está el baby boom. Se trata de una expresión que define la situación demográfica tras la Segunda Guerra Mundial. En el Reino Unido se produjo entre 1946 y 1964. Es un fenómeno normal tras periodos de conflicto. Los hombres jóvenes regresan a casa, termina la economía de guerra y, en consecuencia, se dispara la natalidad.

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España también ha tenido su baby boom, pero en circunstancias diferentes. La más llamativa es que llegó más tarde, entre 1958 y 1977. En esos años nacieron unos 14 millones de niños. Pero para hacernos una idea de la magnitud, lo mejor es comparar. Son dos millones y medio más que en los 20 años anteriores y cuatro y medio más que en los 20 siguientes.

Esto último puede darnos una idea de los problemas que se avecinan. Es la otra parte del fenómeno de inversión de la pirámide. Lo que debería ser la base, cada vez se estrecha más, y son estos quienes deben sostener el sistema de pensiones.

Los problemas

La drástica bajada de la natalidad tras la generación del baby boom fue paliada con la llegada de inmigrantes desde los años 90 hasta el estallido de la Gran Recesión. Quienes venían eran jóvenes, sanos y dispuestos a trabajar. Pero ahora nos encontramos en una situación de crisis con una alta tasa de paro, por encima del 20%. Por su parte, el Gobierno prevé que además no baje del 15% hasta 2019.

Estos mimbres: un mercado laboral precario, y el hecho de que a partir de 2023 se jubilará en masa una generación muy numerosa y con largas carreras de cotización, es decir, con derecho a recibir pagas altas, es con lo que hay que lidiar.

También hay que tener en cuenta que la gente vive cada vez más. Por ejemplo, en los 70 prácticamente la mitad de las defunciones correspondían a la franja de edad de los 60 a los 79 años. Ahora el 60% de los fallecimientos están comprendidos entre los 80 y los 99 años.

En resumen, los gastos del sistema irán aumentando cada vez más debido al incremento del número de pensionistas y al aumento de las pensiones y del tiempo en el que estas se deben abonar. Todo ello sostenido con una bolsa de jóvenes con trabajos menos estables y salarios bajos.

Entre 2007 y 2016, el gasto del Estado en pensiones ha subido en 44.000 millones de euros. Además, el número de trabajadores por pensionista no ha dejado de caer en los últimos años. En 2007 estaba en 2,71, mientras que en 2015 se ha situado en 2,26.

Sin embargo, los científicos del CSIC Antonio Abellán García y Rogelio Pujol Rodríguez prefieren quitar algo de dramatismo al asunto (aunque no todo). Lo que ha sucedido en otros países, con parte de su generación baby boom ya jubilada, es que los primeros tienen una mortalidad “ligeramente más alta” que los últimos. Según los profesores, “eso lleva a ‘suavizar’ la transición o entrada de efectivos baby boom en edades pensionables respecto a las generaciones previas”.

Relación número de trabajadores / pensionisas

En todo caso, reconocen el problema: la relación número de trabajadores/pensionistas, que cada vez se tensa más, aunque prefieren poner el foco en la baja ocupación laboral. Porque cuando hablamos de sistema de pensiones hay que fijarse en dos pirámides: la pirámide de edad y la estructura piramidal del sistema. Esta última viene a significar que nuestros mayores cobran pensión gracias a quienes hoy están trabajando. Por tanto, si aumenta esa base, mejorará el sistema.

Hoy son necesarios 3 trabajadores por pensionista. En 2050 tan sólo habrá un trabajador por pensionista. Ante este entorno de incertidumbre respecto a la sostenibilidad del sistema público de pensiones, parece de vital importancia abordar el problema del desequilibrio estructural de la Seguridad Social.

No son sólo las deficiencias del mercado laboral lo que ataca al sistema. Hemos vivido una crisis global de fuertes consecuencias que ha hecho disminuir el número de afiliados a la Seguridad Social, y a pesar de que en 2015 el PIB ha crecido un 3,2% y se han creado más de medio millón de empleos, no ha sido suficiente para sufragar los problemas presupuestarios de la Seguridad Social.

¿Qué hacer ante los retos de la pirámide de población?

Existen alternativas que no dependen de la pirámide de población. El objetivo siempre debe ser mantener el nivel de vida a futuro. Por tanto, cabe la posibilidad de plantearse complementar la futura pensión pública con instrumentos de ahorro privado.

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Algunos países ya invierten el ahorro en pensiones. En Japón se invierte en carteras muy diversificadas. Sin embargo, en España, el excedente –la conocida como hucha de las pensiones– se invierte por ley en activos de renta fija, los cuales tienen poco riesgo pero ofrecen escasa rentabilidad.

Lo que se propone es imitar de alguna manera esa forma de ahorro, pero haciéndolo a nuestra manera. El ahorro privado nos brinda la oportunidad de poder decidir dónde queremos invertir nuestros ahorros para la jubilación.

En el mercado existen muchas opciones y productos. Por tanto, debemos quedarnos con la idea de que se pueden adaptar perfectamente a nuestras necesidades y también tener en cuenta algo más: gozan de importantes ventajas fiscales.

En VidaCaixa existe un completo catálogo que se puede clasificar según la mayor o menor exposición a la renta variable (que puede dar más réditos a cambio de algo más de riesgo).

  • PlanCaixa Bolsa Internacional. Inversión 100% en renta variable.
  • Planes mixtos: PlanCaixa Equilibrio, PlanCaixa Oportunidad o PlanCaixa Crecimiento.

Pero hay novedades interesantes. Desde el año pasado tienen gran acogida por parte de nuestros clientes los planes con fecha objetivo, los llamados Destino, que van reduciendo el nivel de exposición al riesgo a medida que nos acercamos a la fecha de jubilación. En esta opción entran el CaixaBank Destino 2022, CaixaBank Destino 2030, CaixaBank Destino 2040 y CaixaBank Destino 2050.

Porque al final lo que buscamos es tener las riendas de nuestro destino. Difícil, sí. Pero hay cosas que se pueden prever. La pirámide de población es un reto para el sistema público de pensiones; así pues, ¿por qué esperar? Pongámonos desde ya a combatir sus efectos.

VidaCaixa

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