pareja después de discutir
La ruta de tu vida

La elegancia de terminar bien

Noviembre 27, 2019 6 min 9 veces compartido

Lamentablemente no todas las relaciones de pareja terminan como nos gustaría. Dicen las estadísticas que después de las vacaciones aumenta el número de rupturas. Lo cierto es que cuando estamos enamorados, en esos primeros meses o años, tendemos a ver la relación como algo que durará toda la vida. Y es precioso vivir el sentimiento de querer compartir toda tu vida con tu amor. Pero en muchas ocasiones nos encontramos con que el paso del tiempo, el cambio de valores, el proyecto personal de cada uno o el desgaste de la relación, nos muestran que la persona que ahora convive con nosotros no se parece ni en el blanco del ojo a la que conocimos al inicio de la relación. Y de repente, después de mucho reflexionar, uno llega a la conclusión de que no desea seguir al lado del otro. Es una muestra de honestidad romper una relación en la que no quieres estar. Pero, ¿por qué tiende a salir lo más ruin de las personas cuando nos separamos?

Un motivo es la desolación de quien es dejado. El dolor puede ser tan intenso que uno se vuelve egoísta. Quiere seguir a toda costa en esa relación que ya no funciona, pero que considera que es la mejor opción, antes que no tener nada. Y ese dolor le lleva a comportarse con egoísmo, olvidando todo el amor que ha sentido por la otra persona. “Para sufrir yo, sufres tú, que eres el que me ha dejado”. El sentimiento de culpabilidad de quien deja, a veces le lleva a someterse a peticiones abusivas, a desprecios, incluso a permitir que hablen mal de uno a sus propios hijos. Y se ve en la obligación de pagar la factura de la decisión de romper.

Los hijos no suelen salir bien parados cuando las partes se comportan de esta manera ruin y desconsiderada. Los hijos quieren, antes que sus padres estén juntos, que sus padres sean felices. Y no hay nada más desagradable que ver cómo tus padres se destrozan, hablan mal el uno del otro y se ponen dificultades para fastidiar intencionadamente al otro.

Si hubiera un máster sobre cómo gestionar una pareja, seguro que habría un módulo sobre cómo romper con elegancia. Porque romper con elegancia significa poner el broche de oro a una historia de amor. Unas veces se pierde y otras se gana. Saber perder nos permitiría ser más valientes en la vida, comprometernos más, involucrarnos, amar sin medir, porque si nos sale bien, eso que habremos vivido, pero si nos sale mal, eso que habremos aprendido.

Ser elegante en una ruptura significa…

Aceptar

Aceptar que la persona no quiere seguir teniendo una relación contigo. No significa que hayamos dejado de ser importantes en su vida. Incluso puede que compartáis el tesoro de tener hijos. Aceptar incluye dejar de insistir, de pedir otra oportunidad. No supliques el amor de quien no te lo quiere dar. Por el motivo que sea, la relación se ha roto. Si tu pareja quisiera un cambio en ti, te lo pediría. Pero lo que te está proponiendo es romper.

Aceptar también incluye no rumiar, no sentirte culpable, no buscar en ti el motivo de la ruptura. Puede que existan diferencias personales que os alejen, pero igual esas diferencias serán importantes en tu próxima relación. No tomes decisiones ahora desde la tristeza o la rabia. No digas que jamás volverás a confiar en nadie, que los hombres o las mujeres son tal y cual. No saques conclusiones de esa experiencia, ya que es única, como lo será la próxima oportunidad que llegue a tu vida.

Desear lo mejor a la otra parte

Os habéis querido, os habéis amado, habéis compartido lo más íntimo, proyectos, incluso puede que hijos, mascotas… Durante mucho tiempo ha habido amor y amor de verdad. Cuando quieres a alguien le deseas lo mejor en la vida, aunque tú no estés en ella.

Desarrolla tu lado compasivo, humano, generoso y amable; mira a los ojos a la persona y dile que le deseas una buena vida. Así también será mucho más fácil cerrar tu carpeta y poner un bonito final a una relación que se inició siendo bonita.

No hablar mal de tu expareja

La rabia de haber perdido lo que más amábamos lleva muchas veces a compartir con amigos, familiares y, más tristemente, con los hijos ese sentimiento de hostilidad. Incluso las personas más cercanas, los que más te quieren, también alimentan el fuego recordándote todo lo que no les gustaba de la otra persona. Con ello solo incrementas tu rencor, pero eso no te facilita el olvido. Porque las emociones como la rabia o el rencor nos lastiman a nosotros, y no a quien te ha dejado.

No se trata de que vayas diciendo que era el mejor marido o la mejor esposa, pero intenta dejarlo estar. Frena a quien quiera “abrirte” los ojos ahora que ya no estás con tu pareja. Diles que necesitas olvidar y que esto incluye no evocar recuerdos dolorosos.

Y, sobre todo, no permitas que nadie, ni tú tampoco, hable mal de tu ex delante de tus hijos. Con ello les causas un tremendo dolor y, además, los hijos tienden a distanciarse de la parte que habla mal de uno de los padres.

En la medida que puedas, facilítale la vida

Permite que pueda llevarse tranquilamente las cosas de casa, buscad acuerdos para facilitaros las visitas de los niños, no le pongas obstáculos para que “sufra” como tú lo estás haciendo. Esto es ruin. Sí, probablemente me dirás que la otra parte también ha sido ruin rompiendo. ¿Pero no te parece que la mayor desconsideración es seguir conviviendo con alguien a quien no amas?

Todos querríamos que el amor nos durase toda la vida. Nos enamoran esas historias de parejas que siguen juntas y enamoradas después de tantísimos años. Pero la estadística nos dice que la mitad de la población va a experimentar más de una ruptura importante en su vida. Así que entrenémonos para sufrir lo menos posible llegado el caso. Quien fue tu amor no puede ser tu enemigo.

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