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Puede que en algún momento de nuestra vida nos hayamos sentido discriminados por la edad que teníamos, ya sea para entrar a una fiesta para mayores de 21, actividades que eran únicamente para niños pequeños y que nos apetecía hacer, o bien, negar ciertas cosas a las personas mayores por el simple hecho de serlo.
La discriminación por la edad tiene un nombre, edadismo, y en este artículo vamos a explicar qué es, los tipos que existen y cómo podemos evitarlo en nuestro día a día. ¿Empezamos?
¿Qué es el edadismo?
Como explica la Fundación ‘la Caixa’ en su Glosario sobre el edadismo, este término hace referencia a la discriminación por edad, especialmente de las personas mayores o ancianas, ya sea a través del lenguaje o de ciertas ideas preconcebidas que excluyen o marginan según la edad de la persona.
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Es un término acuñado por Robert Butler a finales de la década de los 60, quien lo relacionaba con los estereotipos, prejuicios y la disciminación hacia personas con relación a su edad. En otras palabras, es la manera de pensar, de sentir y de actuar frente a los demás por su edad.
Aunque el edadismo no se centra en un único grupo de edad, es cierto que la gran mayoría de casos se da con las personas mayores.
Tipos de edadismo
En muchas ocasiones hacemos comentarios o tenemos acciones sin maldad alguna que discriminan en cierta forma a la persona a la que nos dirigimos. El edadismo está presente en todos los ámbitos de la sociedad de una manera normalizada. Para poder combatirlo, conviene tener conciencia de las formas en las que lo solemos aplicar, sin darnos cuenta, en nuestro día a día:
Edadismo institucional
Este tipo de edadismo hace referencia a la discriminación sistemática que sufren las personas por su edad dentro de organizaciones, normativas o políticas que limitan su acceso a oportunidades, derechos o recursos. Algún ejemplo actual es la dificultad que enfrentan las personas mayores para ser contratadas en el mercado laboral, o la brecha digital que supone para ciertas personas el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Edadismo interpersonal
Se habla de este tipo de edadismo cuando la discriminación por edad se manifiesta en la comunicación verbal o no verbal entre personas. Un ejemplo actual es cuando se infantiliza a las personas mayores en conversaciones cotidianas, hablándoles con un tono condescendiente o asumiendo que no entienden la tecnología.
Edadismo autoinfligido
El edadismo autoinfligido ocurre cuando una persona interioriza los estereotipos y prejuicios sobre la edad, afectando a su autoestima y comportamiento. Un ejemplo actual es cuando una persona mayor evita aprender nuevas tecnologías porque asume que «es demasiado viejo para ello». Esta actitud limita sus propias oportunidades de desarrollo y participación social.
El edadismo afecta a todos los grupos sociales y a todas las edades, aunque las personas mayores son las que más lo experimentan. Estos supuestos de que las personas mayores han perdido capacidades perpetúan los estereotipos hacia ellos e invisibilizan su aportación en la sociedad. Ser consciente de los ejemplos de edadismo que aplicamos en nuestro día a día, sin darnos cuenta, puede ayudarnos a combatirlo.
Ejemplos donde el lenguaje refuerza el edadismo en personas mayores
Las palabras no solo comunican, sino que también influyen en nuestra actitudes y en cómo pensamos y percibimos a los demás. Expresiones comunes pueden reforzar estereotipos y prejuicios sin que seamos plenamente conscientes de ello. En este sentido, os compartimos ejemplos de cómo el lenguaje puede contribuir a perpetuar la discriminación por edad en personas mayores:
Infantilización
Atribuir características o comportamientos propios de la infancia a las personas mayores es bastante más frecuente de lo que nos damos cuenta. Ya sea hablándoles con tonos condescendientes, tomar decisiones por ellos o tratarlos como si fueran frágiles o dependientes.
- Uso de diminutivos: ya sea durante la conversación o refiriéndonos a ellos, usarlos de manera recurrente con ellos es una manera más de infantilizar nuestras relaciones. De esta forma, estas acciones sitúan a los mayores en una posición de inferioridad, que hace que pierdan autoridad para dar su opinión o tomar sus propias decisiones.
- Elderspeak o habla dirigida a las personas mayores: adaptar la forma en la que hablamos, aunque sea con buena intención, usando diminutivos o tonos más elevados y frases más cortas, creyendo que no van a poder seguir el hilo de la conversación.
- Expresiones y pluralización: “nuestros mayores”, “son como niños”, etcétera. Estas frases, así como hablarles en plural “tenemos que ducharnos”, “vamos a tomarnos la medicación”, crean un efecto de poder sobre las personas mayores, que se pueden ver invalidados o tratados de manera condescendiente.
Despersonalización
El uso de palabras genéricas para describir a las personas mayores como un conjunto único, en el que a todos les ocurre lo mismo (problemas de salud, sociales, etc.), sin dar paso a la expresión de su individualidad.
Llamarles ‘los abuelos’, ‘las personas de la tercera edad’, creer que todos son vulnerables y dependientes, que pueden llegar a estar ‘seniles’ en algún momento de su vejez o que ya son mayores para ciertas cosas. También asumir que tienen mucho tiempo libre o que tienen todo el tiempo del mundo por el hecho de estar jubilados, así como asumir cierta sabiduría vinculada al paso de los años.
Deshumanización
Este fenómeno se da cuando se descuida la empatía en las interacciones con personas mayores, al no fomentar su independencia, invadir su privacidad o excluirlos de la toma de decisiones que les afectan.
- Cosificar: el ejemplo más claro de deshumanización es la cosificación, es decir, atribuirles las mismas características que a un objeto, no considerándola una persona.
- Invalidación de opiniones: considerar que no entienden la actualidad (tendencias, conocimientos, movimientos sociales, tecnología, etcétera) por el hecho de que ya son mayores. Es frecuente escuchar la expresión ‘ya tienes una edad’ ‘contar batallitas’, y muchas más.
Consecuencias del edadismo
El edadismo puede tener diferentes consecuencias negativas tanto a nivel individual como en la sociedad en su conjunto. Algunas de las principales consecuencias son:
- Deterioro de la salud mental y emocional. Las personas que sufren el edadismo pueden experimentar un deterioro en la salud mental y emocional. La discriminación basada en la edad puede llevar a la ansiedad, soledad y baja autoestima en las personas mayores.
- Exclusión social: esta problemática es una de las causas de exclusión social más comunes entre las personas mayores, ya que puede llevar al aislamiento social y a la soledad. La falta de interacción con otras personas puede tener un impacto negativo en el bienestar de las personas mayores.
- Pérdida de independencia: la discriminación basada en la edad puede llevar a que las personas mayores pierdan su independencia, ya que se les niega su capacidad de tomar sus propias decisiones.
- Perpetuación de estereotipos negativos: el edadismo puede perpetuar estereotipos negativos sobre las personas mayores, lo que refuerza al mismo tiempo los prejuicios y la discriminación, convirtiéndose en un bucle. Esto dificulta el cambio de actitudes y la creación de una sociedad más inclusiva.
¿Cómo combatir el edadismo?
Evitar el edadismo y promover una actitud respetuosa y positiva hacia las personas mayores es fundamental para crear una sociedad inclusiva y justa. Aquí hay algunas acciones que puedes tomar para combatir el edadismo:
- Reflexión personal: todo cambio empieza desde un proceso de reflexión interna. Examinar nuestros prejuicios y las creencias que tenemos sobre la edad y la vejez son el primer paso para romper con los estereotipos que tenemos.
- Educación: adquirir conocimientos sobre los desafíos de la vejez y el impacto emocional de las acciones de las personas mayores nos hará adquirir una mejor visión sobre todo lo que supone y por qué debemos evitar el edadismo.
- Visibilidad y representación: respaldar una representación más precisa y positiva de las personas mayores en los medios de comunicación y la cultura popular.
- Apoyo a la autonomía: respetar la independencia de las personas mayores y ofrecer ayuda solo cuando sea necesario y/o lo hayan solicitado. No asumir que las personas mayores son incapaces sin su consentimiento.
Una lucha constante por mejorar
En conclusión, el edadismo es una forma de discriminación basada en la edad que afecta a millones de personas de todas las edades, pero sobre todo a las personas mayores. Es esencial reconocer que el edadismo tiene consecuencias perjudiciales tanto a nivel individual como en la sociedad en su conjunto.
Sin embargo, no estamos condenados a mantener estas prácticas negativas. Combatir el edadismo comienza con la concienciación y la educación. Debemos desafiar nuestros propios prejuicios y estereotipos, y fomentar una actitud de respeto y valoración hacia las personas mayores.
Combatir el edadismo requiere cierto esfuerzo colectivo para construir un mundo en el que todas las personas, independientemente de su edad, se sientan valoradas por su individualidad. Al superar los estereotipos y prejuicios relacionados con la vejez, podemos construir una sociedad que valore y respete a las personas mayores como individuos valiosos y contribuyentes a nuestra comunidad.