Puede que en algún momento de nuestra vida nos hayamos sentido discriminados por la edad que teníamos, ya sea para entrar a una fiesta para mayores de 21, actividades que eran únicamente para niños pequeños y que nos apetecía hacer, o bien, negar ciertas cosas a las personas de la tercera edad porque ya son “muy mayores para ello”. La discriminación por la edad tiene un nombre, el edadismo, y en este artículo vamos a explicar qué es, los tipos que existen y cómo podemos evitarlo en nuestro día a día. ¿Preparado?
Como explica la Fundación ‘la Caixa’ en su Glosario sobre el edadismo, este es la discriminación por edad, especialmente de las personas mayores o ancianas, ya sea a través del lenguaje o de ciertas ideas preconcebidas que excluyen o marginan según la edad de la persona.
Aunque el edadismo no se centra en un único grupo de edad, es cierto que la gran mayoría de casos se da con las personas mayores.
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En muchas ocasiones hacemos comentarios o tenemos acciones sin maldad alguna que discriminan en cierta forma a la persona a la que nos dirigimos. A continuación vamos a ver algunos ejemplos de edadismo que solemos aplicar en nuestro día a día sin darnos cuenta.
Atribuir características o comportamientos propios de la infancia a las personas mayores es bastante más frecuente de lo que nos damos cuenta. Ya sea hablándoles con tonos condescendientes, tomar decisiones por ellos o tratarlos como si fueran frágiles o dependientes.
El uso de palabras genéricas para describir a las personas mayores como un conjunto único, en el que a todos les ocurre lo mismo (problemas de salud, sociales, etc.), sin dar paso a la expresión de su individualidad. Llamarles ‘los abuelos’, ‘las personas de la tercera edad’, creer que todos son vulnerables y dependientes, que pueden llegar a estar ‘seniles’ en algún momento de su vejez o que ya son mayores para ciertas cosas. También asumir que tienen mucho tiempo libre o que tienen todo el tiempo del mundo por el hecho de estar jubilados, así como asumir cierta sabiduría vinculada al paso de los años.
Este fenómeno se da cuando se descuida la empatía en las interacciones con personas mayores, al no fomentar su independencia, invadir su privacidad o excluirlos de la toma de decisiones que les afectan.
El edadismo puede tener diferentes consecuencias negativas tanto a nivel individual como en la sociedad en su conjunto. Algunas de las principales consecuencias son:
Evitar el edadismo y promover una actitud respetuosa y positiva hacia las personas mayores es fundamental para crear una sociedad inclusiva y justa. Aquí hay algunas acciones que puedes tomar para combatir el edadismo:
En conclusión, el edadismo es una forma de discriminación basada en la edad que afecta a millones de personas de todas las edades, pero sobre todo a las personas mayores. Es esencial reconocer que el edadismo tiene consecuencias perjudiciales tanto a nivel individual como en la sociedad en su conjunto.
Sin embargo, no estamos condenados a mantener estas prácticas negativas. Combatir el edadismo comienza con la concienciación y la educación. Debemos desafiar nuestros propios prejuicios y estereotipos, y fomentar una actitud de respeto y valoración hacia las personas mayores.
Combatir el edadismo requiere cierto esfuerzo colectivo para construir un mundo en el que todas las personas, independientemente de su edad, se sientan valoradas por su individualidad. Al superar los estereotipos y prejuicios relacionados con la vejez, podemos construir una sociedad que valore y respete a las personas mayores como individuos valiosos y contribuyentes a nuestra comunidad.
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