¿Qué tengo y adónde quiero llegar? Grabémonoslo en la cabeza. Otra vez. ¿Qué tengo y adónde quiero llegar? Bien. Ahora queda por ver cómo.
Ahorrar es una tarea y, como tal, exige un método, constancia, planificación y también una buena dosis de optimismo. Si hay alguien que trabaja con un método, constancia, planificación; si hay alguien que no se rinde ante las adversidades, es un emprendedor. Una figura como esta puede servir de inspiración a quienes se proponen la tarea de guardar un remanente para usarlo en el futuro, para sacarle rédito o para afrontar la jubilación con tranquilidad.
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«El elemento fundamental para que un emprendedor se organice es la planificación», dice Emilio Márquez, mentor de emprendedores, inversor en start-ups y la fuente en la que nos vamos a inspirar. Es algo que debe quedar grabado. «Siempre».
Pero planificar no significa solo saber «lo que haremos mañana, que también, sino lo que ejecutaremos en los próximos meses y hasta años». ¿Y qué son meses y años? Respuesta: el medio plazo. «El medio plazo en ocasiones se olvida y cae en detrimento del largo plazo. Saber medir a medio plazo es una habilidad fundamental para conseguir la organización que nos llevará a nuestro objetivo», sentencia Márquez.
Muy bien. Planificarse. ¿Qué ingresos queremos? ¿Dónde estaremos dentro de unos meses, unos años…? ¿Qué queremos para entonces? ¿Cuánto estamos dispuestos a ahorrar? ¿Para qué?… Veamos el cómo, con los consejos de nuestro mentor de emprendedores.
«Proyecto que no es capaz de tener una hoja de ruta clara, proyecto que no llega a su destino», sentencia Emilio Márquez. Debemos tener claro que ahorrar puede ser una vía necesaria para llevar a cabo un proyecto. Gestionar bien el ahorro significa dar la entrada para esa vivienda que queremos, poder comprar un coche o tener un remanente para complementar nuestra pensión pública en el futuro. Pensémoslo.
Un último consejo está en la constancia. Eso incluye no darse por vencido mientras recorremos el camino. El ahorrador, como el emprendedor, encuentra dificultades. «Demasiado tenemos ya con enfrentarnos a un marco económico-legal que no es especialmente propicio a los emprendedores como para colmo ser optimistas con lo que hacemos».
Pero es algo necesario. «El pesimismo es una filosofía de vida de la que nos debemos deshacer cuando estamos emprendiendo». De hecho, es algo de lo que podemos extraer lecciones. «Debemos luchar contra la cultura de que el fracaso es lo peor que nos puede pasar en la vida. Fracasar en el mundo empresarial no debe tomarse como el final, sino como un episodio más del que debemos extraer conocimientos y vivencias que nos sirvan para el siguiente».
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Cuidado, porque se contagia. «Si fomentamos un entorno donde el pesimismo es la nota dominante, difícilmente vamos a conseguir lo que nos proponemos». Pero también se cura. «Hasta el más pesimista puede volverse optimista con la actitud y la compañía adecuadas». Palabra de emprendedor.
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