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José Emilio Chao
No son pocos los españoles a los que les gustaría adelantar su edad de jubilación. Sin embargo, son menos los que están dispuestos a plantearse seriamente esta posibilidad y empezar a ahorrar desde sus primeros años de vida laboral para acumular el capital suficiente que les permita vivir sin trabajar, lo que hoy se conoce también como alcanzar la libertad financiera.
El problema es identificar cuánto dinero necesitamos tener para poder vivir durante muchos años sin disponer de los ingresos provenientes del trabajo. Partamos de una cifra redonda: ¿es posible jubilarse con 500.000 euros? La respuesta, como en casi todas las cuestiones relevantes, es: depende.
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Factores clave para jubilarse con un capital ahorrado
En España, la edad legal de jubilación en 2025 se sitúa en 66 años y 8 meses, pero se irá retrasando progresivamente hasta llegar en 2027 a los 67 años. La esperanza media de vida en España se eleva actualmente por encima de los 82 años. Se prevé, por tanto, que una persona jubilada perciba prestaciones de la Seguridad durante unos 15 años.
Jubilarse con 500.000 euros puede ser posible, pero dependerá de tus gastos, de la edad a la que te retires, de la pensión pública que cobres y de cómo inviertas el capital acumulado.
Si una persona quiere abandonar la vida laboral con 5 o 10 años de antelación, la cantidad necesaria para poder hacerlo variará en función de varios factores:
- El nivel de gastos mensuales que tendrá.
- La edad a la que se retire.
- Si posee patrimonio no financiero aporte rentas recurrentes.
- Si ha cotizado lo suficiente para cobrar una pensión pública que se vaya sumando al capital que tenga acumulado una vez alcanzada la edad legal de jubilación.
¿Es suficiente jubilarse con 500.000 euros?
Para mantener el supuesto en términos sencillos, empecemos por calcular para cuánto pueden dar 500.000 euros sin añadir otras fuentes de ingresos, más allá del rendimiento que podamos obtener al invertirlos en algún tipo de producto financiero que se adapte a las necesidades de un ciudadano que busque garantizar unos ingresos suficientes hasta el fin de sus días.
El caso más simple consiste en ingresar el capital en una cuenta bancaria y disponer poco a poco de los 500.000 euros, detrayendo periódicamente las cantidades necesarias para hacer frente a los gastos. Esta fórmula resulta poco recomendable, porque, si el dinero no se invierte, irá perdiendo valor a lo largo del tiempo por efecto de la inflación.
A partir de ahí, hay que establecer qué cantidad necesitamos para vivir cada año. Si establecemos, por ejemplo, una cifra en torno a los 24.000 euros, en línea con el salario bruto medio español, el capital ahorrado, sobre el papel, duraría unos 20 años y 10 meses. Pero la realidad es que el plazo se reduciría bastante por el citado efecto de la inflación, puesto que, manteniendo idéntico estilo de vida a lo largo del tiempo, el coste de los gastos habituales iría creciendo cada año, con lo que nuestro fondo de reserva se consumiría cada vez más rápido. Si, por fortuna, vivimos más años, habremos agotado todos nuestros recursos económicos antes de tiempo.
Jubilarse con 300.000, 500.000 o 1 millón de euros: ¿qué cambia?
Aunque aquí hemos tomado como ejemplo jubilarse con 500.000 euros, muchas personas se plantean si sería suficiente jubilarse con 300.000 euros o, por el contrario, si necesitan jubilarse con 1 millón de euros para vivir con mayor tranquilidad.
En términos generales, cuanto menor sea el capital acumulado, más dependeremos de otras fuentes de ingresos, como la pensión pública, el patrimonio inmobiliario o el apoyo de un plan de pensiones. Con un capital más elevado, como puede ser jubilarse con 1 millón de euros, la capacidad de generar una renta anual suficiente y mantener el nivel de vida deseado será mayor, siempre que se gestione de forma adecuada y se proteja frente a la inflación y al riesgo de longevidad.
En todos los casos, la cuestión no es sólo cuánto hemos ahorrado, sino cómo se invierte ese capital y qué producto elegimos para transformar ese ahorro en ingresos periódicos.
Proteger el capital y el riesgo de longevidad
Para evitar tanto el riesgo de depreciación por la inflación como el riesgo de vivir muchos más años de lo esperado, lo que se suele llamar riesgo de longevidad, lo ideal es recurrir a un producto financiero que proteja el capital frente a la inflación y, además, nos garantice recibir la renta esperada hasta el momento de nuestro fallecimiento, incluso aunque se produzca más allá de lo que marca la esperanza de vida en España.
Para este tipo de casos, el mercado español cuenta con un producto que está cobrando protagonismo en los últimos tiempos: la renta vitalicia.
Rentas vitalicias: una opción para vivir de tus ahorros
¿Qué son las rentas vitalicias? Son seguros de vida-ahorro en los que una compañía aseguradora garantiza el cobro de una renta fija, normalmente con periodicidad mensual, hasta el fallecimiento del asegurado. Para ello, el cliente paga una prima única (en este caso serían los 500.000 euros de que disponemos) y la aseguradora se encargará de la gestión financiera del capital y de los pagos periódicos de la renta.
Las rentas vitalicias son seguros de vida-ahorro en los que una compañía aseguradora garantiza el cobro de una renta fija hasta el fallecimiento del asegurado.
Cada entidad puede poner sus propios requisitos de edad, de prima mínima o, incluso, de años cotizados. Para nuestro supuesto consideraremos cumplidos tales requisitos.
Pero hay tres grandes modalidades de renta vitalicia:
- Capital cedido: ofrece una renta mensual más elevada, puesto que los beneficiarios no recuperarán el capital pagado en la prima al fallecimiento.
- Capital reservado: sí permite rescatar el dinero invertido al fallecimiento del asegurado.
- Modalidad mixta: como indica su denominación, se podrá recuperar una parte de la prima única en función del porcentaje que se haya establecido en la póliza.
En una situación como la que planteamos aquí, con un capital de 500.000 euros para jubilarse sin contar con otros ingresos, la opción más conveniente sería la modalidad de capital cedido, pues las de capital reservado proporcionan una renta más baja, ya que se pagan en función de la rentabilidad financiera que puede ofrecer el capital.
Cómo puede variar la renta según la edad y la modalidad
Así, por ejemplo, una persona de 60 años que opte por una renta vitalicia de capital reservado con una suma de 500.000 euros obtendría unos ingresos muy inferiores al salario medio bruto de España, que se acerca a los 24.000 euros anuales.
En función del tipo de interés garantizado en la póliza, podría oscilar (en una estimación genérica) entre los 10.000 y 15.000 euros brutos anuales, por los que habría que tributar en el IRPF por el 24% de la renta percibida si tenemos entre 60 y 65 años. Sin embargo, este porcentaje irá disminuyendo con según aumente la edad del asegurado. Ahora bien, los cálculos tampoco pueden considerarse muy precisos porque dependerá de las condiciones que establezca la aseguradora y de si el asegurado es hombre o mujer, entre otros factores.
Ahora bien, si contratamos esta renta vitalicia a los 65 años, con unas condiciones similares al ejemplo anterior, la renta anual bruta se sitúa más próxima al objetivo del salario medio nacional y podría situarse en una horquilla entre los 18.000 y los 30.000 euros anuales.
También se puede aumentar la renta percibida mediante una modalidad mixta en la que la recuperación del capital por parte de los beneficiarios no sea total, sino un porcentaje.
La modalidad de renta vitalicia de capital reservado suele ser la elegida sólo en aquellos casos en los que el asegurado percibe una pensión pública y quiere complementar sus ingresos mensuales a la vez que conserva el capital. Es habitual en quienes desean mantener el dinero ahorrado a lo largo de su vida para sus herederos o beneficiarios, pero disfrutando de los rendimientos. Si se opta por una renta de capital cedido, los ingresos mensuales serían significativamente superiores.
Conclusión
En definitiva, jubilarse con 300.000, 500.000 euros o con 1 millón de euros puede ser posible, pero no hay una cifra mágica que sirva para todas las personas. La clave está en conocer bien tus gastos, tus ingresos futuros y cómo invertir el ahorro acumulado para transformarlo en una renta sostenible en el tiempo. Contar con asesoramiento financiero puede ayudarte a tomar decisiones más informadas y a diseñar una jubilación acorde con tus necesidades y tu tranquilidad.