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Mantener el contacto y brindar apoyo emocional son pilares para el bienestar mental de las personas mayores.
La salud mental no tiene edad: en la tercera edad sigue siendo un pilar fundamental para disfrutar de una buena calidad de vida. Con una población mundial que envejece rápidamente, ya que se estima que en 2030 una de cada seis personas tendrá más de 60 años según la OMS, y sabiendo que la soledad es uno de los grandes factores de riesgo para la salud mental en la vejez, es crucial prestar atención al bienestar emocional de nuestros mayores.
Sin embargo, los problemas psicológicos en adultos mayores a menudo se pasan por alto o se consideran “normales” por la edad, cuando en realidad no lo son y pueden prevenirse o tratarse.
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Relevancia de la salud mental en la tercera edad
La salud mental de las personas mayores es tan importante como su salud física. Un buen estado emocional influye en la capacidad de los mayores para cuidarse, relacionarse y disfrutar de sus actividades cotidianas.
Por el contrario, trastornos mentales en la vejez como la depresión o la ansiedad no solo causan sufrimiento psicológico, sino que también pueden dificultar el manejo de enfermedades crónicas o empeorar la evolución de problemas físicos. Es decir, mente y cuerpo están estrechamente conectados a cualquier edad.
Además, el riesgo de suicidio aumenta en edades avanzadas: las personas de 85 años o más presentan la tasa de suicidio más elevada entre todos los grupos de edad, lo que subraya la gravedad de descuidar la salud mental en este colectivo, tal y como destacan los expertos en geriatría.
Garantizar el bienestar emocional de los mayores mejora su autonomía, su calidad de vida e incluso puede prolongar su esperanza de vida en buenas condiciones.
También es importante desmitificar la creencia de que “sentirse deprimido es algo normal al hacerse mayor”. En realidad, la mayoría de los adultos mayores no desarrollan depresión clínica solo por la edad, y la depresión no es parte natural del envejecimiento.
Si bien muchos mayores afrontan con resiliencia los cambios de esta etapa, algunos pueden tener más dificultad para adaptarse, necesitando apoyo adicional. Reconocer a tiempo los signos de problemas anímicos (tristeza persistente, apatía, aislamiento, cambios en el apetito o el sueño, etc.) y buscar ayuda profesional cuando haga falta, resulta fundamental para abordar estos trastornos antes de que se agraven.
Datos y cifras sobre cuidar la salud mental en personas mayores
Para entender la magnitud del problema, veamos algunas cifras relevantes sobre salud mental en la tercera edad:
- Prevalencia de trastornos mentales: La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que aproximadamente un 14% de los adultos mayores de 60 años viven con algún trastorno mental (por ejemplo, depresión, ansiedad, demencias u otros). Estos problemas representan alrededor del 10% de los años vividos con discapacidad en este grupo etario, evidenciando su impacto en la funcionalidad y calidad de vida.
- Depresión en los sénior: La depresión es uno de los trastornos más comunes en esta etapa vital, pero su frecuencia varía según el entorno.
Es importante destacar que muchas veces la depresión en personas mayores puede manifestarse con síntomas atípicos (como dolores físicos, falta de apetito, insomnio o pérdida de interés) que pueden confundirse con achaques propios de la edad.
Estudios sitúan que en aquellos sénior que viven acompañados o en comunidad, la prevalencia de la depresión está entre un 1,2% y un 9,4%. Sin embargo, estas cifras pueden aumentar en contextos específicos como por ejemplo, entre quienes tienen problemas de salud graves o requieren hospitalización, y especialmente en quienes sufren la soledad.
- Ansiedad: La ansiedad en personas mayores es otro problema frecuente y a menudo subdiagnosticado. De hecho, se considera que la ansiedad es el problema de salud mental más frecuente en España, y estudios indican que afecta entre el 10% y el 15% de las personas mayores.
Las mujeres mayores presentan el doble de riesgo de sufrir trastornos de ansiedad en comparación con los hombres, algo a tener en cuenta en la prevención y detección.
- Soledad y aislamiento social: El aislamiento social y la soledad son problemas muy comunes en esta etapa, con un gran impacto emocional.
Se calcula que una de cada dos personas por encima de 60 años está en riesgo de aislamiento social, y una de cada tres afirma sentirse sola con frecuencia. En España, aproximadamente un 20% de la población (1 de cada 5 personas, de todas las edades) sufre soledad no deseada, y los mayores están entre los grupos más vulnerables.
Esta desconexión social para muchos mayores incrementa los síntomas de depresión y ansiedad asociados a la soledad prolongada.
La soledad, cabe recordar, no es solo “estar solo” físicamente, sino sentirse desconectado o sin apoyo, y sus efectos en la salud pueden equipararse a factores de riesgo como fumar o la obesidad, aumentando incluso el riesgo de mortalidad prematura. Por eso, hoy se considera la soledad en mayores como un serio problema de salud pública.
Estas cifras evidencian que la salud mental de nuestros mayores merece atención prioritaria. No solo muchos pueden estar atravesando dificultades emocionales, sino que además las personas mayores constituyen un grupo vulnerable en este ámbito, tal como reconocen las autoridades sanitarias.
De hecho, el Ministerio de Sanidad español ha identificado a los mayores como un colectivo de especial riesgo en sus planes de salud mental, poniendo en marcha iniciativas de apoyo para mayores en situación de soledad no deseada y otras acciones dirigidas a mejorar su bienestar.
Factores que influyen en la salud mental en edades avanzadas
La salud mental en la tercera edad está determinada por una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Entender estos factores ayuda a prevenir problemas y a ofrecer el apoyo adecuado. Algunos de los más importantes son:
- Cambios físicos y biológicos: El envejecimiento conlleva cambios en el cerebro y en el cuerpo. Enfermedades crónicas (cardiovasculares, diabetes, dolor crónico, etc.), limitaciones físicas (movilidad reducida, discapacidad visual o auditiva). A nivel neurológico, ciertas alteraciones químicas y hormonales asociadas a la edad también pueden influir en el estado de ánimo.
- Factores psicológicos y emocionales: Cada persona mayor tiene una historia de vida y mecanismos de afrontamiento diferentes. La manera en la que se haya manejado el estrés a lo largo de la vida, la presencia de traumas o duelos no resueltos, la personalidad y la resiliencia individual influyen en cómo se enfrenta esta etapa. Eventos propios de la vejez como la pérdida de seres queridos pueden generar duelos profundos; así como la pérdida de capacidades físicas o de independencia puede ser un golpe emocional muy duro.
- Factores sociales: El entorno social juega quizás el papel más crítico. La soledad y el aislamiento social destacan como elementos que “afectan considerablemente” la salud mental. La jubilación, por ejemplo, si bien es una etapa merecida de descanso, a veces conlleva un impacto emocional por la pérdida de la rutina laboral y del rol profesional; muchos mayores sienten un sentido reducido de propósito tras dejar de trabajar. Si no se llena ese vacío con nuevas actividades o roles significativos, puede surgir sentimiento de inutilidad o falta de identidad.
También la discriminación por edad o edadismo, cuando la sociedad trata a los ancianos como “menos válidos” o los estereotipa, se mina su autoestima y bienestar. El edadismo es un problema real que afecta a muchas personas mayores, agravando sus dificultades emocionales.
- Economía y contexto de vida: Aunque en España existe un sistema de pensiones y apoyo social, muchos mayores pueden sufrir dificultades económicas, especialmente viudas con pensiones bajas o personas sin ahorros suficientes, lo cual genera estrés y ansiedad sobre cómo cubrir gastos o depender de terceros, de ahí la importancia de planificar la jubilación y ser previsor con el ahorro.
En síntesis, los problemas de salud mental en la vejez rara vez tienen una sola causa. Suelen ser el resultado de la interacción de múltiples factores: pérdida de seres queridos, enfermedades, cambios en el rol social, soledad, entre otros.
La buena noticia es que muchos de estos factores son modificables o, al menos, podemos intervenir sobre ellos para minimizar su impacto.
Por ejemplo, si sabemos que la soledad es un riesgo importante, podemos promover más conexiones sociales en la vida del mayor; si la persona tiene una enfermedad crónica, un manejo adecuado del dolor y los síntomas físicos puede mejorar también su estado de ánimo; si hay duelo, se le puede brindar apoyo psicológico para elaborarlo; si hay problemas económicos, conectar con recursos sociales de ayuda, etc.
Entender estas causas nos permite tomar medidas preventivas y ofrecer entornos más protectores para la salud mental de nuestros mayores.
Importancia de la atención geriátrica y entornos amigables para los mayores
Dada la vulnerabilidad de muchos adultos mayores a sufrir trastornos mentales, resulta fundamental contar con una atención geriátrica adecuada que incluya el componente de salud mental. Esto implica varios aspectos, desde el sistema sanitario hasta la comunidad y la familia.
En España un informe señalaba que los servicios de atención a personas mayores –ya sea en el domicilio, en residencias, en atención primaria u hospitales– están poco dotados de atención psicológica especializada.
Y más allá del sistema de salud, el entorno donde vive la persona mayor tiene un gran peso en su bienestar mental. Se necesitan entornos amigables para las personas mayores, es decir, comunidades, barrios y ciudades diseñadas para facilitar su participación, seguridad y conexión social.
La propia OMS promueve la iniciativa de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, en la cual España ha sido pionera: nuestro país es el que más ciudades amigables tiene reconocidas por la OMS.
El objetivo de esta red es impulsar el envejecimiento activo mediante la optimización de la participación social, la mejora de las condiciones de salud y el aumento de la seguridad en los entornos, para así mejorar la calidad de vida de los mayores.
¿Qué implica en la práctica un entorno amigable? Significa contar con espacios públicos accesibles (calles, parques, transporte adaptado), oferta de actividades socioculturales para mayores, viviendas adecuadas, centros de día, redes de voluntariado y vecinales que combaten la soledad, entre otras acciones. Iniciativas de “barrios solidarios” o redes de buenos vecinos también pueden ayudar, pendientes de echar una mano o visitar a aquellos mayores que viven solos.
Por último, la familia y el entorno cercano son otra pieza clave. Cuando una persona mayor comienza a tener limitaciones, es importante evitar la sobreprotección excesiva que anule su autonomía. En su lugar, apoyarla para que siga haciendo las cosas que pueda por sí misma y motivar a seguir activa en lo posible.
Consejos prácticos para mantener y mejorar la salud mental en la tercera edad
Finalmente, ¿qué podemos hacer en el día a día para prevenir la depresión en ancianos, reducir la ansiedad y promover un buen bienestar emocional en la tercera edad? A continuación, algunos consejos prácticos dirigidos tanto a las personas mayores como a sus familiares y cuidadores.
Mantener una rutina activa
- Tener rutinas diarias aporta estructura y sentido al día. Levantarse y asearse cada mañana, realizar pequeñas tareas del hogar, salir a dar un paseo, cocinar o colaborar en algo en casa, son actividades que ayudan a combatir la apatía.
- Establecer objetivos, aunque sean sencillos (regar las plantas, leer el periódico, dar una caminata de 20 minutos, etc.), proporciona una sensación de logro.
- La jubilación no debe significar inactividad total; al contrario, es recomendable planificar actividades placenteras o productivas para ocupar el tiempo de forma estimulante.
Ejercicio físico regular
- La actividad física adaptada a las posibilidades de cada uno tiene múltiples beneficios mentales.
- Desde caminar, practicar taichí, yoga suave o natación, hasta simplemente hacer ejercicios de estiramiento o movimientos en casa, todo suma.
- El ejercicio libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo, reduce la ansiedad y favorece el sueño.
- La OMS recomienda a los mayores realizar actividad física regular para envejecer saludablemente, adaptando la intensidad a sus capacidades.
Fomentar las conexiones sociales
- Relacionarse con los demás es quizás el factor protector más potente para la salud mental.
- No descuidar el contacto con la familia y amigos; llamar por teléfono, usar videollamadas si hay distancia, invitar a nietos u otros familiares a pasar tiempo juntos.
- Más allá del círculo familiar, es muy beneficioso participar en actividades comunitarias, apuntarse a cursos para mayores, integrarse en grupos de ocio o de voluntariado.
- Actividades sociales significativas pueden mejorar considerablemente el estado de ánimo, la satisfacción con la vida y hasta reducir síntomas depresivos, según la OMS. Por ejemplo, hay programas de “amistad” o acompañamiento donde voluntarios visitan regularmente a personas mayores que viven solas.
- Lo importante es evitar el aislamiento, incluso si las condiciones físicas impiden salir de casa, hoy existen opciones como grupos de conversación por teléfono o videoconferencia para mayores.
Estimular la mente con actividades cognitivas y recreativas
- Mantener el cerebro activo ayuda a preservar las funciones cognitivas y aporta disfrute.
- Leer libros o la prensa diariamente, hacer crucigramas, sudokus u otros pasatiempos, aprender algo nuevo, jugar a juegos de mesa o cartas con otras personas, o aprovechar la oferta cultural son formas de ejercicio mental.
- Nunca es tarde para aprender o disfrutar de nuevos hobbies; esto da sensación de progreso y autoestima.
Cuidar la alimentación y el sueño
- Un estilo de vida saludable repercute en la salud mental.
- Llevar una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras y ácidos grasos omega-3 ayuda al funcionamiento óptimo del cerebro.
Encontrar un propósito y practicar la gratitud
- Muchas personas, tras jubilarse o enviudar, sienten que han perdido su propósito en la vida.
- Es importante ayudarles a encontrar nuevas motivaciones.
- Sentirse útil y que uno contribuye a algo, por pequeño que sea, brinda sentido y satisfacción.
- Asimismo, practicar la gratitud diaria –tomarse un momento cada día para reflexionar sobre las cosas positivas, agradecer lo que se tiene, recordar buenos momentos– puede cultivar una actitud más positiva.
Consultar con profesionales cuando sea necesario
- Buscar ayuda profesional no es signo de debilidad, sino de fortaleza y deseo de estar mejor. Si un adulto mayor muestra síntomas persistentes de depresión (tristeza continua, apatía, ganas de morir) o de ansiedad severa (miedos incapacitantes, angustia constante), es fundamental acudir al médico.
- Según el caso, puede ser útil la derivación a un psicólogo o psiquiatra.
- La terapia psicológica ha demostrado eficacia para tratar la depresión y la ansiedad en esta etapa, ayudando a reestructurar pensamientos negativos y a fomentar estrategias activas.
- Lo importante es no resignarse al sufrimiento, siempre hay opciones de tratamiento o apoyo.
Si la persona mayor no quiere ir al psicólogo por estigma, se le puede explicar que la salud mental es parte de la salud integral. Del mismo modo, los familiares deben estar atentos a señales de alarma y animar al mayor a buscar ayuda, incluso acompañándolo a las citas si es necesario.
En conclusión
La salud mental de los sénior es un aspecto crítico que merece tanta atención como la salud física. Cuidarla implica un enfoque multidimensional, desde políticas públicas hasta gestos cotidianos en el seno de la familia y la comunidad.
Cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena, escuchando más a nuestros mayores, visitándolos, involucrándose en actividades, y combatiendo el edadismo y la soledad con inclusión y cariño.
Promover el bienestar emocional en la tercera edad no solo mejora la vida de los propios mayores, sino que enriquece a toda la sociedad al aprovechar su experiencia, mantenerlos activos y reducir la carga que supondría problemas más graves.
Envejecemos mejor cuando lo hacemos acompañados, activos y con propósito. La salud mental en mayores importa, y mucho – ocuparnos de ella es invertir en dignidad, felicidad y calidad de vida para quienes tanto han aportado a nuestras comunidades.