Hermanos pequeños pasándoselo bien
La ruta de tu vida

El amor entre hermanos

Septiembre 12, 2019 7 min 44 veces compartido

La palabra hermano puede que sea una de las más hermosas que existen. No solo porque suena bien, sino porque significa mucho. Las personas que mantienen un vínculo cariñoso, amable, comprensivo, de compañía y de amor con sus hermanos saben lo valiosa que es esta relación. Y no solo tenemos hermanos de sangre. Cuando decimos que un amigo es como si fuera un hermano, entonces significa que ese amigo lo es todo.

El mayor deseo de los padres es que sus hijos se lleven bien, que los hermanos se quieran como hermanos. Pero ¿qué significa quererse como hermanos? El amor fraternal es un amor puro, sin envidias, sin competitividad, un amor de por vida, que perdura después de los padres. Es el amor que sigue uniendo a la familia, a la historia y a la supervivencia.

No hay nada que duela más a unos padres que las discusiones y peleas entre sus hijos. ¿Qué podemos hacer como padres para que los hermanos se quieran mucho y se quieran bien?

1. Tus hijos son distintos

Tienes que aprender a conocer sus diferentes necesidades. Y sí, son distintos, no los compares. Cada vez que comparas a tus hijos generas competitividad. Y esto no les une, al revés, les separa. Estableces una rivalidad y cada uno tratará de conquistar vuestro amor utilizando estas diferencias y comparaciones.

2. Deja que en la medida que sea posible resuelvan ellos las diferencias

Como a los padres nos estresan las pequeñas discusiones entre hermanos solemos ir a apagar el fuego antes de que lo intenten ellos. Está claro que no podemos permitir que se falten el respeto, que se peguen o que se traten mal. Pero si los oyes discutir, dales un tiempo a ver cómo salen. Si ves que persiste, plantéales el siguiente retl. “Chicos, os estoy oyendo discutir. Me encantaría que pudierais resolver este conflicto vosotros solos. Os animo a que cuando lo consigáis, vengáis y mi contéis cómo lo habéis hecho. Seguro que aprendo mucho de vosotros. Confío, vamos, confío en vosotros”.

3. No responsabilices a un hermano del otro

Tendemos a pedir más responsabilidad al hermano mayor que a los más pequeños. De hecho, muchos hermanos mayores suelen ser en el futuro más responsables y exigentes con ellos mismo que los hermanos pequeños. Nos equivocamos con este punto. Primero porque establecemos así una jerarquía. Cuando un hermano se siente responsable del otro también le exige que se comporte de una manera determinada y esto puede llevar a discusiones. Trata de que ambos se responsabilicen de sus cosas. Y nada más.  

4. No los etiquetes

Cuando lo haces terminas tratándolos solo desde esa etiqueta. Si a uno de tus hijos lo tienes clasificado como el revoltoso, siempre se verá con desde ese aspecto negativo frente a su hermano, que no tiene la etiqueta y por ende no lo es. Así solo se genera diferencias entre ellos.

5.Busca todo lo positivo que tienen tus hijos

Aunque te cueste aceptarlo, a veces hay alguno de tus hijos con el que tienes más complicidad. No significa en absoluto que le quieras más. Pero puede que sea más cariñoso contigo, más sensible, más atento o que simplemente se parezca más a ti en el carácter y con ellos empatices más fácilmente. Así que, para ser imparcial, por favor busca y focalízate en todo lo positivo que tienen todos tus hijos, no solo este con el que te entiendes mejor. Y transmíteselo a todos. Ya verás qué bien se sienten cuando les dices todo lo que valores de ellos.  

6. Ten ratos a solas con ellos, con actividades adaptadas a su edad

Los hijos, dado que son distintos, también necesitan momentos de atención distintos. A tus hijos no les gusta realizar las mismas actividades. Igual uno disfruta mucho cocinando contigo y el otro jugando a baloncesto en el parque. Dedica tiempo a solas con ellos. Esto les permite tener complicidad contigo y sentirse especiales. Es como tener a su madre o a su padre un ratito solo para ellos. Se pueden así compartir confidencialidades que igual delante de otros no les apetece hacer. Busca tener esta vida en pareja con cada uno de ellos.

7. No hace falta que le des valor a uno de tus hijos quitándoselo al otro

Así solo generas una imagen negativa sobre su hermano y aprenden que se puede “hablar mal del otro”. “Carlos, tú que eres más maduro que tu hermano, hazme el favor de vigilarme el timbre mientras me ducho que tienen que traerme un paquete”. O “tú y yo hoy nos quedamos hasta tarde porque tú ya eres tan mayor, verdad, no como Paulita, que todavía es una bebé y solo llora”. Con esta forma buscas tener complicidad a costa del otro hermano y tus hijos utilizarán estas expresiones contra sus hermanos cuando estén enfadados con ellos.

8.Enséñales a resolver conflictos de forma eficaz

Si cuando se enfadan y pelean solo les gritas diciendo “me tenéis harta, todo el día discutiendo, no lo entiendo os tendríais que querer más”, solo les echas en cara su comportamiento, les transmites que no se quieren, que no soportas la situación, pero sinceramente, no aportas ninguna solución. Las personas tenemos desajustes con otros, nos enfadamos, no compartimos las ideas, pero vamos aprendiendo a resolver estas situaciones. Tus hijos no pueden llevarse bien en todo. Es imposible. Pero tienen que aprender a expresar sus diferencias de manera respetuosa, amable y empática. Pídeles que te expliquen cuál es el problema, escucha con atención cada parte, que te expresen cómo se sienten y qué soluciones se nos ocurren a todos. Y esto siempre si el punto dos de este artículo ha fracasado.

9.Mucho cuidado con el príncipe destronado

Cuando llega un bebé nuevo a casa de forma no consciente roba protagonismo al hermano que hasta ahora lo ha tenido. Cuida que tu hijo no se sienta desplazado, dale mucho amor, mucha atención. Dile a la familia y a los amigos que os visiten que traten de besar y saludar primero al hermano mayor antes que dirigirse al bebé.

10.Hazles saber lo mucho que valoras el amor que se tienen entre ellos

A mí me gusta decirles a mis hijos que me emociona más lo que ellos se quieren que lo que me puedan querer a mí. Y cada vez que los he visto a lo largo de sus vidas tener momentos de juego, de complicidad, de secretos, les he reforzado ese comportamiento. “Me encanta cómo os ayudáis, me encanta que seáis tan confidentes y os queráis tanto”. A veces con un simple comentario ellos aprenden el valor que tiene para nosotros el amor fraternal.

Un hermano nos ayuda a aprender el valor del amor incondicional, a compartir, a trabajar en equipo, a mantener secretos. Un hermano va más allá de todo. Aprender a valorar y potenciar esta relación depende en gran parte de nosotros, madres y padres.

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