Disfrutar vacaciones
La ruta de tu vida

Cómo disfrutar de las vacaciones

Junio 30, 2016 5 min 14 veces compartido

Parece incoherente que se escriba un artículo para aprender a “disfrutar las vacaciones”. La palabra vacaciones lleva en sus genes la idea de pasarlo bien. Pero hay personas que las temen, generándoles incluso altos niveles de ansiedad. Los estresores suelen estar asociados a tener que compartir las vacaciones con personas que no son de su agrado, realizar actividades que no disfrutan o tener más trabajo y ausencia de rutina que durante el resto del año.

Si no disfrutas del todo de tus vacaciones, prueba con estos consejos.

  • Elige las vacaciones que quieres vivir. No cedas a las presiones familiares o de los amigos. Hay amigos que están solos y que desean ir a ver las pirámides de Egipto, y te insisten tanto que terminas por ceder a un plan que no te apetecía nada.
  • No compartas estos días con gente que te incomoda. Ésta es otra de las obligaciones a las que se somete mucha gente. No hay nada más incómodo que tener que convivir con personas con las que no tienes sintonía. Una cena o una comida de compromiso son soportables; desayunar, comer, cenar y compartir baño una semana, es un infierno. Es preferible quedarse en casa de uno que ir con la familia política o propia si no encajas. El coste emocional de estar en la playa puede llegar a ser muy alto. Piénsatelo dos veces.
  • Dale tiempo al descanso reparador. No se trata de acabar agotado después de un viaje. Duerme, túmbate, lee, no hagas nada. Descansar es una fuente de salud y de belleza, y una buena noche de sueño lo cura todo. El cerebro y todo nuestro organismo se repara durante las fases del sueño. Si tienes previsto realizar un viaje intenso a nivel cultural y de visitas, procura reservarte dos o tres días antes de la vuelta al trabajo para poder dormir y descansar bien antes de incorporarte. Estos viajes pueden ser muy enriquecedores e interesantes, pero físicamente agotadores.
  • Aprovecha para desintoxicarte del estrés, de las prisas y de la comida basura. Haz una lista de todo lo que quieres abandonar en vacaciones, todas las chinchetas del zapato. La prisa nos desestabiliza, nos cambia el ritmo y, lo peor, el humor. Hazte el propósito de hacer todo en modo slow. Levántate sin prisa, disfruta de tu aseo, de elegir tu ropa, desayunar con calma, ojear el periódico; en definitiva, disfruta los instantes. Pasea como lo hace un turista; es genial, esta sensación: pasear mirando, descubriendo, parándote en las tiendas, observando. Cambiar el ritmo es uno de los mejores antídotos para el estrés.

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  • Elige una actividad que lleves tiempo sin poder practicar o para la que no tengas tiempo durante los meses de trabajo… y disfrútala. Surf, senderismo, bajar un río, parapente, empezar a correr, manualidades, probar nuevas recetas, un curso pendiente. Lee, ejercita tu mente, descubre. Vuelve de las vacaciones lleno de sabiduría, con las pilas recargadas, no solo por haber dormido, sino por haber aprendido cosas nuevas. Es el momento de reinventarse, renovarse, ponerse al día, disfrutar, cometer errores y reírse de todo ello.

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  • No seas el “esclavo” o la “esclava” de los que veranean contigo. Ellos necesitan descanso, pero tú también. Y esto sobre todo vale para las madres y abuelas, que suelen ser, hoy por hoy, las que siguen ocupándose en gran parte de este tipo de tareas. En verano, y si vives en un lugar propio de veraneo o tienes casa en la playa, se plantan en tu casa los hijos, sus parejas, los nietos y sus amigos. A mí esto me suena porque siendo joven también lo hice. Pero es ahora que soy madre cuando te das cuenta del trabajo que supone. La mayoría de las veces lo haces encantada, porque te gusta conocer a los amigos de tus hijos y disfrutar de la familia al completo. Pero también tiene un sobrecoste enorme: ¡tú no descansas! Si eres de las que te encanta tenerlos a todos en casa, pídeles desde el principio colaboración para que todos podáis disfrutar de los días de descanso.
  • Bye bye móvil, tablet, ordenador, conexión, vibraciones, lucecitas y todo lo que te estrese. Durante la época de trabajo estamos enganchados a las exigencias del guion, que incluyen responder de forma inmediata a todos esos correos, whatsapps y llamadas del trabajo. Durante las vacaciones no hay fuegos que apagar. Trata de delegar en alguien de confianza cuando te vayas, para que pueda ocuparse de tus temas. La desconexión del móvil y del correo electrónico conlleva una desconexión mental, y eso es descanso. Los autónomos también pueden hacerlo. A pesar de que parezca que se va a acabar el mundo, a la vuelta te das cuenta de que no es así.
  • Haz cosas que relajen: un masaje, un paseo, un baño caliente, perder el tiempo, tumbarte al sol, ver series, ir a un spa, escuchar música.

Y recuerda: cuidarse hoy es una inversión de futuro.

¡Felices vacaciones!

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