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¿Qué nos hace atractivos a los ojos de los demás?

Ni lo joven, ni lo sexi, ni lo alto o delgado que seas tienen tanta fuerza como imaginas. Se vive con la obsesión de que lo bello es bueno. Muchas son las personas que malgastan un dineral en hacerse retoques, en disimular su edad o en parecer más sexis. Cuando la gente dice que la edad no perdona se refiere a que uno empieza a ver y oír menos, aparecen enfermedades que no sabíamos que existían y envejecemos. Cumplir años tiene su deterioro y negarlo es luchar contra corriente. Es vivir eternamente frustrado, queriendo aparentar algo que no se es, es engañarte a ti mismo y a los demás. Porque el deterioro que sufrimos, interno y externo, es un dato científicamente comprobado.

Existe una industria y un marketing alrededor de la belleza y la juventud que puede confundir al más seguro. Pero, ¿se entra en este bucle solamente solo por atraer a los demás, por parecer atractivo y deseable a otros? No, porque sabemos, sobre todo a partir de una edad madura, que nos atrae más el saber estar, el humor, una buena conversación o compartir aficiones y valores que el físico despampanante. Muchos terminan metidos en esta dinámica por ellos mismos, no por complacer a los demás. No soportan el cambio de imagen que se traduce en perder pelo, tener más manchas y arrugas en la piel, flacidez, aumento de peso y muchos otros signos. Es más, les horripila mirarse en el espejo y ver el párpado caído. Los motivos pueden ser varios, desde haberse sentido en su juventud muy valorados por el físico, y al que han otorgado parte de su poder, hasta tener una autoestima muy debilitada, en la que se interpreta que si pierden la juventud lo pierden todo. Si estas personas sinceramente quisieran complacer a los demás e hicieran una encuesta para ver qué es deseable, se llevarían un chasco, porque después de invertir tanto tiempo, dinero y emociones se darían cuenta de que los que dan valor a esto son ellos mismos pero no los que les rodean.

Y en parte es positivo que las personas realicen cambios para sentirse bien consigo mismas, pero todo tiene un límite. El límite de la salud y del coste emocional, amén del dineral que se invierte en aparentar los años que no se tienen. Así que, más que la aprobación y el elogio de los demás, buscan no encontrarse con esa imagen delante del espejo.

Pero, ¿qué nos parece atractivo de los demás? Indudablemente, todos nos fijamos en el aspecto físico. Pero no en la ausencia de arrugas, sino en alguien que en su rostro muestre serenidad, sonría y esté aseado. Poco más.

Nos atrae:

  1. El buen humor, la risa, las personas que te hacen pasar un buen rato. Esa gente con chispa que te llena de vida. Personas que después de pasar un rato con ellas te relajan y te ayudan a ver el mundo con optimismo.
  2. La educación y el saber estar. Nos gusta rodearnos de personas que son prudentes, que nos respetan, que nos hacen sentir bien y nos tratan con delicadeza.
  3. Las personas que escuchan. Es agradable poder contar con gente que te atiende, se interesa por ti, por tu vida, tu gente, tus problemas y también tus éxitos. Personas que se acuerdan de preguntarte cómo te va y hablar con ellos se convierte en relajante.
  4. Aquellas personas con las que nos sentimos cómodos al hablar. Son personas que no hacen juicios de valor y te apoyan.
  5. La inteligencia, la cultura, la capacidad de razonar y argumentar, la rapidez mental. Rodearte de gente inteligente es sorprendente. Enriquece cualquier conversación, se aprende y estimula.
  6. Nos atrae la gente dulce y cariñosa. Un beso, un apretón, un abrazo o una palabra complaciente son gestos que consiguen que te sientas querido y apoyado.
  7. La persona que nos sonríe. Porque una sonrisa abre puertas a las relaciones. Una sonrisa invita al buen rollo, a comunicar y a relajarte.

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Si solo te enamoras de lo que ves, será muy complicado que la relación perdure. Físicamente, nunca se es lo que se fue ayer. Pero los valores, la forma de ser, de relacionarnos, de cultivar la mente, se mantienen de por vida.

Patricia Ramírez

Licenciada en Psicología, Máster en Psicología Clínica y de la Salud y Doctorado en el departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada. Ha escrito varios libros dedicados a la Psicología con enfoques diferentes. Colaboradora y ponente habitual sobre temas sobre optimismo y actitud, personalidad autotélica, cohesión y trabajo en equipo, valores del deporte de alto rendimiento aplicados a la empresa, saber competir en el deporte y en la vida, resiliencia, liderazgo, gestión del talento, entrenarse para la vida, etc.

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