El autocuidado no es gastar, es invertir

¿Te sientes culpable por dedicarte tiempo y dinero? No te preocupes, es normal. Nos han educado con una escala de valores en la que, cuando alcanzas ese nivel profesional de maternidad o paternidad, tu vida desaparece para vivir la vida de tus hijos. Todo lo que puedas hacer por ellos te parece poco. Todo lo que puedas comprarles te parece poco. Todo el bienestar que puedas proporcionarles, siempre te parece poco. Para tus hijos nada te parece suficiente. 

Tranquilo, si no eres madre o padre, puede que esto también te pase con tus amigos o con tus padres. Solemos estar más para los demás que para nosotros mismos. Y está bien. Es una idea basada en una escala de valores cooperativa, generosa, altruista, bondadosa y colaborativa. Y así hemos sobrevivido. ¿Pero dónde está el límite? ¿Es incompatible invertir en los demás y hacerlo también en nosotros mismos? 

El autocuidado es una forma de respetar tu tiempo, tu bienestar y tu salud física y emocional. El autocuidado puede basarse en muchas actividades gratuitas que te harán sentir fenomenal, como pasear, meditar con una aplicación gratis en el móvil, dedicarle tiempo a dormir, a hablar con amigos y reír a carcajadas.

Pero existen otra serie de actividades que, regulando su consumo en función de la economía de cada uno, pueden hacerte sentir de maravilla. Y no, tranquilo, no les estás quitando nada importante a tus hijos ni a los tuyos. Nuestros hijos tienen de todo y más. Y en un futuro no te recordarán por aquello que les comprabas, sino por los momentos de calidad que pasaste con ellos. 

Así que ahora te toca a ti. Ese dinerillo es para cuidarte y quererte mejor. A mí se me ocurren muchas formas de autocuidado. ¿Y a ti?

  • Apúntate a alguna afición pendiente. Igual te gustaría aprender un idioma, tocar un instrumento, hacer algo de decoración, ponerte al día en informática, bailar, alguna manualidad que te apetezca aprender como pintar, hacer esculturas.
  • Gasta en cultura y ocio. Entradas para un concierto, un musical, ir a una función de teatro, un buen libro que tengas pendiente, darte de alta en alguna suscripción de revistas…
  • Vive experiencias que te ayuden a conectar contigo. Una escapada con una amiga, un retiro de fin de semana, un viaje cultural, un taller de mindfulness o de crecimiento personal, asistir a una conferencia, una visita guiada a un museo…
  • Belleza y cuidado personal. Un circuito de spa, un masaje, un tratamiento específico para cuerpo o cara, un preparador físico que te ayude a mantener la motivación y la constancia a la hora de hacer ejercicio y que, sobre todo, te oriente saludablemente en la práctica de actividad física, material deportivo adecuado en lugar de esa camiseta con publicidad que usas para correr, unos auriculares inalámbricos para escuchar podcasts mientras haces ejercicio.
  • Alimentación y nutrición. Puedes empezar a seleccionar más tu cesta de la compra con alimentos saludables, frescos, en pequeños comercios, en tiendas especializadas. O apuntarte a alguna web que te traiga a casa la verdura y fruta de un huerto. Recréate en comprar lo que luego te apetezca cocinar. Y también puedes apuntarte a un taller de cocina, salir a cenar el fin de semana a un restaurante nuevo, probar una nueva cocina…
  • Cambia tu estilo o forma de vestir. Prueba con un estilo nuevo, nuevos colores, complementos, un bolso al que le echaste el ojo hace tiempo.
  • Maquillaje, cosmética e higiene. Cuidar la piel y el pelo nos hace sentir bien. Puedes tener tus pequeños rituales de higiene y belleza con productos adecuados a tu piel, con olores que disfrutes. Déjate aconsejar por algún profesional que te indique qué necesita tu cuerpo, tu cara y tu cabello. Y date el gustazo.
  • Si eres una persona activa, prueba con alguna experiencia deportiva de fin de semana. Una caminata por la montaña, hacer un curso de escalada, tres días para probar el surf… Apúntate a un gimnasio y sácale partido. A uno de esos que tienen de todo, spa, cafetería y club de running incluidos. A veces estos centros nos parecen caros, pero todo depende del uso que le vayas a dar.
  • Redecora tu casa. Tu casa es tu refugio, el lugar para descansar y conectar contigo. Los colores, la luz, unas velas o el tipo de muebles pueden hacer que te sientas confortable, que disfrutes de tu hogar.

La madurez emocional incluye saber cuidarnos. Reconocer nuestras necesidades y atenderlas. Muchas de esas necesidades no requieren una inversión considerable, incluso algunas son gratis. Pero no tengas reparos en dedicarte dinero y tiempo.

Patricia Ramírez

Licenciada en Psicología, Máster en Psicología Clínica y de la Salud y Doctorado en el departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada. Ha escrito varios libros dedicados a la Psicología con enfoques diferentes. Colaboradora y ponente habitual sobre temas sobre optimismo y actitud, personalidad autotélica, cohesión y trabajo en equipo, valores del deporte de alto rendimiento aplicados a la empresa, saber competir en el deporte y en la vida, resiliencia, liderazgo, gestión del talento, entrenarse para la vida, etc.

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