Agua de mar, fuente de salud (y controversia)

Se acerca el verano y, con él, los días de playa. En estas fechas recibimos muchas alertas sobre cómo proteger la piel del sol, pero queremos hablar también de la buena cara de la moneda: los beneficios para la salud del agua de mar. “El agua de mar cura todos los males del hombre”, lo decía Eurípides y la ciencia parece darle la razón al sabio griego.

Esta substancia “tiene todos los elementos de la tabla periódica; todos los que hace unos 4 mil millones de años dieron origen a la vida en el planeta Tierra”, nos subraya la doctora Maria Teresa Ilari, Directora de la Clínica Santo Domingo en Nicaragua con más de diez años de experiencia en tratamientos con agua de mar.

Esta riqueza mineral da a este elemento un sinfín de propiedades. Puede que la más experimentada entre vosotros sea su efecto antibiótico, ideal para avanzar la cicatrización de heridas. A diferencia del agua dulce que podemos encontrar en ríos o lagos, el agua de mar contiene zinc, yodo y potasio, muy beneficiosos todos para nuestra piel.

Asociamos también fácilmente el mar con la relajación. El agua salada facilita que nuestro cuerpo se mantenga flotando y el yodo ayuda a nuestros músculos a relajarse, de modo que dejarse llevar por el vaivén de las olas puede ser una buena terapia en pleno proceso de recuperación por determinados tipos de lesiones.

Los beneficios del mar se multiplican si nos fijamos en todos los elementos que encontramos en la playa: el sol y el agua salada son una combinación que, en la medida justa, suponen un gran remedio para la psoriasis. Del mismo modo, un paseo por la orilla cuando el sol cae tiene un efecto relajante evidente, pero se le suma el detalle que hacer esos pasos descalzos exfolia la piel de los talones gracias a la textura de la arena movida por el agua.

La controversia: agua del mar, ¿beber o no beber?

La doctora Ilari es una de las grandes defensoras de los beneficios de ingerir agua marina. “He visto curaciones de casos de hipertensión arterial, diabetes, ciertas insuficiencias renales, enfermedades del tubo digestivo, artritis y reumatismos de distintos tipos”, explica. Ella prescribe extraerla de una playa limpia, sin desembocaduras de ríos ni aguas residuales, recogerla directamente y dejarla reposar para que la arena se deposite en el fondo. “Los microbios patógenos no son viables en el agua marina porque por osmosis y otros mecanismos se inactivan y mueren”, dice a aquellos que dudan que beberla directamente sea bueno. “Lo comprobamos cuando llevamos a analizar el agua al ministerio de sanidad nicaragüense, que la reporta potable y apta para el consumo humano”, añade.

Sin embargo, su posición no es aceptada unánimemente. El doctor en biología e investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona Daniel Closa apunta que “el agua del mar no mejorará la desnutrición porque los contenidos que tiene en nutrientes son irrisorios, irrelevantes”, y añade que “los virus u otros microorganismos no mueren por el hecho de estar en el mar”.

Según Closa, lo más importante es la cantidad de sal. “El agua de mar tiene mucha más y esto la convierte en no-potable. Diluirla en un tercio puede ser acertado pero solo en algún mar porque no todos son iguales. Ciertamente, el agua de mar puede ser muy buena para cocinar porque lleva la sal incorporada y es una sal que contiene yodo, pero esto es todo”, apunta.

La mayoría de personas que aconsejan el consumo de agua marina ponen como condición que ésta se trate a través del protocolo establecido en el siglo XIX por el biólogo francés René Quinton. Según él, una vez recogida el agua de las playas, ésta debe ser transportada en camiones frigoríficos hasta las instalaciones del laboratorio, donde es analizada, mezclada con agua fontana, microfiltrada en frío y envasada. Juan Alberola, Director Farmacéutico de los Laboratorios Quinton, apunta que “la ingesta de agua de mar consigue equilibrar el organismo, regenerando células y devolviéndoles su vitalidad”. Así lo demostró un estudio de la Universidad de Alicante, según el cual el agua de mar activa el sistema inmunológico y refuerza el organismo.

Estéis o no convencidos de beberla en su estado más natural, sin duda podéis disfrutar de sus muchos otros beneficios. Como dijo la escritora danesa Isak Dinesen, “todo se cura con agua salada: el sudor, las lágrimas y el mar”.

VidaCaixa

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