Durante la pandemia hemos escuchado un término psicológico con el que muchos de vosotros no estabais familiarizados: estrés postraumático. El trastorno de estrés postraumático lo desencadena la experiencia directa con una vivencia que ha puesto tu vida en riesgo. También sabemos que el conocimiento de que alguien cercano y querido, como un familiar directo, pueda haber sufrido un trauma, puede desencadenar este estrés postraumático. Un accidente, una pelea, un incendio, una enfermedad de larga duración, ser protagonista en primera línea de la pandemia, un abuso sexual, el maltrato físico o psicológico… Normalmente el estrés postraumático aparece entre el mes y los tres meses después del trauma. Muchos de los profesionales que trabajan durante la pandemia en primera línea, como es el personal sanitario, están sufriendo este estrés postraumático.
Tal y como se describe en el DSM-5 (Manual de los trastornos mentales), el estrés postraumático afecta a cuatro aspectos:
Por ejemplo, un médico de la UCI que haya vivido en directo la pandemia puede tener pesadillas, pensamientos y sufrir angustia al recordar a sus pacientes, las muertes vividas, la falta de material, la sensación de impotencia. Incluso puede sentirse mal al oír una ambulancia, al pasar por delante del hospital, o generarle temor el hecho de ir a trabajar.
¿Sabías que tu ahorro también puede ser responsable?
No todos respondemos igual ante una misma situación traumática. Depende de muchas variables, como son nuestros recursos personales, cómo interpretamos ese momento y la explicación que le damos, la gestión emocional… Si te has visto afectado alguna vez por una experiencia que ahora esté condicionando tu vida con ese estrés postraumático, la psicología ofrece tratamientos efectivos que te ayudarán a aceptar, conectar con tu presente, aliviar el dolor y el sufrimiento, comprender y poder hacer frente a situaciones que ahora suponen limitaciones.
Si eres de los que está atravesando esta situación y te ves identificado en esos cuatro puntos, puedes:
Estar informado sobre cómo se genera el trauma, normalizar lo que sentimos, entender cómo puede condicionar el presente y el futuro de nuestra vida cotidiana, conocer cuáles son los síntomas, la tríada cognitiva –que es la relación entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo nos comportamos–, ayuda a sentirnos más relajados.
La falta de entendimiento lleva a la persona a sentirse confusa respecto a cómo se siente. Puede sentirse incluso culpable o insegura.
La mayoría de las personas que durante la pandemia han perdido a un familiar y no han podido despedirse de él, o que han estado sometidas al estrés del virus, dicen que la mejor manera de sentirse comprendidas es hablando con personas que atraviesan situaciones parecidas. El apoyo social es importantísimo, como lo es la familia o los amigos, pero poder hablar desde lo más íntimo de cómo te sientes y saber que la persona de al lado siente lo mismo, es muy liberador.
Ante cualquier situación dura, contar con apoyo social es importantísimo. Habla, comparte, comunica, déjate ayudar. Las personas que te quieren y que están a tu alrededor a veces no saben cómo prestar ayuda efectiva. Pero si pides, si expresas cómo, será mucho más fácil para ambas partes.
La terapia de exposición empieza por una desensibilización sistemática. Se acerca a la persona a la experiencia traumática a través de la imaginación guiada, enseñándole a su vez cómo relajarse ante los estímulos que desencadenan la respuesta de miedo, de ansiedad, de horror. Y a medida que el paciente consigue familiarizarse y relajarse, se va incrementando la cercanía imaginada o real a la situación traumática.
Se trata de encontrar un sentido al miedo, porque el miedo forma parte de la supervivencia. Cuando encontramos un sentido, también es más fácil aceptar. Se trata de que el paciente se sienta atendido y entendido, pueda expresarse libremente, o pueda depositar, y en cierto modo descargarse, sus miedos o inquietudes.
Todos alguna vez vamos a atravesar una crisis, un trauma, una situación complicada. Es importante saber que no estamos solos, que no tenemos que llevarlo solos, que podemos pedir ayuda a nuestro entorno y apoyo profesional. Y sobre todo es importante saber que existe un presente y un futuro que merecemos vivir con dignidad.
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